Descubren que “la bacteria más peligrosa del mundo” tiene su propio reloj
Un estudio reveló que el patógeno regula su actividad con ciclos de 24 horas incluso en oscuridad, un hallazgo inesperado en un microorganismo hospitalario resistente a antibióticos.
Descubren que “la bacteria más peligrosa del mundo” tiene su propio reloj / KATERYNA KON/SCIENCE PHOTO LIBRA
Una de las bacterias más peligrosas para la salud global, la Acinetobacter baumannii, sorprendió a la comunidad científica al revelar que posee un reloj biológico que le permite anticipar los cambios del ambiente. Este hallazgo, publicado en la revista Communications Biology, sugiere que el patógeno no solo percibe la luz, sino que regula su actividad siguiendo ciclos diarios.
Acinetobacter baumannii es conocida por causar infecciones graves y por su notable resistencia a los antibióticos.
Un oscilador circadiano inesperado
El descubrimiento es considerado una “revolución” porque se desconocía que bacterias patógenas humanas tan relevantes regularan su biología por los ciclos de luz y oscuridad. Hasta ahora, los ritmos circadianos se habían descrito solo en especies ambientales o fotosintéticas, no en un microorganismo hospitalario.
Luis Larrondo, director del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), explicó que el patógeno “no solo responde a la luz, sino que posee un reloj interno capaz de generar ritmos diarios de aproximadamente 24 horas”. Su actividad biológica sigue ciclos bajo luz-oscuridad y continúa fluctuando incluso sin luz, lo que evidencia un oscilador circadiano.
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El fotoreceptor clave
Los investigadores identificaron al fotoreceptor BlsA como el actor central en este fenómeno.
- Función: BlsA es una proteína que funciona como sensor de luz azul y es clave para ajustar los ritmos circadianos.
- Coordinación: Sin BlsA, la bacteria conserva su ritmo propio, pero pierde coordinación con los ciclos lumínicos.
Implicancias médicas y terapéuticas
Las implicancias médicas de este hallazgo podrían ser profundas, especialmente si la virulencia, la persistencia en superficies o la susceptibilidad a antibióticos de la bacteria varían a lo largo del día.
Larrondo enfatiza que este descubrimiento abre un campo completamente nuevo, ya que algunas bacterias podrían coordinar su comportamiento no solo con el ambiente, sino también con los ritmos del propio huésped.
“La posibilidad de que ajusten su virulencia o su resistencia según la hora del día plantea un escenario radicalmente nuevo para desarrollar terapias más eficaces y diseñar estrategias que permitan anticiparse a una de las amenazas sanitarias más persistentes de nuestro tiempo”, concluye Larrondo.