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Comida ultraprocesada aumenta el riesgo de depresión entre un 20% a 50%, según estudios

Investigaciones advierte que tu snack favorito podría estar afectando tu salud mental más de lo que crees.

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Getty Images / Stefania Pelfini la Waziya

Un creciente cuerpo de evidencia científica vuelve a poner a los alimentos ultraprocesados (UPF) en el centro del debate.

Según un artículo reciente de The Lancet, estos productos están impulsando una “pandemia de enfermedades crónicas”, debido a su alto contenido de calorías, grasas, azúcares y sal.

Pero ahora, además de los conocidos riesgos cardiovasculares y metabólicos, investigadores advierten un efecto menos comentado: un aumento significativo en la probabilidad de desarrollar depresión.

La advertencia llega tras un nuevo análisis publicado esta semana en el European Medical Journal Gastroenterology, donde investigadores de Pakistán detectaron que consumir altos niveles de UPF se asocia a un 20% a 50% más riesgo de sufrir depresión.

El equipo revisó nueve estudios que incluyeron a más de 79.700 participantes, encontrando una relación consistente entre el exceso de comida ultraprocesada y síntomas depresivos.

Los especialistas apuntan a varios posibles mecanismos. Uno es el rápido aumento de glucosa en sangre que provocan estos alimentos, lo que se ha vinculado a fluctuaciones negativas del estado de ánimo, estrés y ansiedad.

El estudio también destaca la importancia del eje intestino-cerebro. “La microbiota intestinal de individuos con depresión difiere significativamente de la de personas sanas”, escribieron los investigadores.

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La alteración de estas bacterias podría afectar la producción de neurotransmisores clave como serotonina, dopamina y GABA.

Aunque la recomendación lógica sería evitar por completo los alimentos ultraprocesados, los expertos reconocen que esto es difícil: representan el 55% de las calorías promedio en la dieta.

Por ello, la doctora Eva Selhub, de Harvard Health Publishing, sugiere probar un periodo de dos o tres semanas “comiendo limpio”, sin azúcar ni productos procesados. Luego, reintroducir de a poco ciertos alimentos para evaluar cómo afectan el estado de ánimo.

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