Santiago enfrenta una amenaza silenciosa protagonizada por las palomas: estudio de la U. de Chile revela altos niveles de plomo en el ambiente
Las aves juegan un papel fundamental en la propagación del metal.

Un reciente estudio de la Universidad de Chile arroja luces preocupantes sobre un contaminante persistente en la ciudad: las palomas que conviven con nosotros muestran elevadas concentraciones de plomo, con implicancias tanto ecológicas como para la salud humana.
Investigadores encabezados por Isaac Peña y Fallon Nacaratte, junto con Renata Novoa, Verónica Palma, Pablo Sabat y Sylvia Copaja, analizaron plumas de palomas (Columba livia) en Santiago y en otras ciudades del mundo para determinar cuántos metales pesados se acumulan en entornos urbanos.
El plomo, químico catalogado por la Organización Mundial de la Salud como uno de los diez más peligrosos, aparece en niveles elevados en estas aves, lo que sugiere que el contaminante sigue presente en el suelo y el aire pese a medidas como la eliminación de la gasolina con plomo hace más de veinte años.
El estudio identificó que la presencia de este metal no depende solamente del grado de urbanización. Según Peña: “Nos sorprendió que no siempre las ciudades más urbanizadas tenían más plomo”.
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En áreas con superficies impermeables extensas y lluvias abundantes, el agua actúa como agente de remoción del metal de las superficies, aunque esto no elimina el problema, sino que lo redistribuye hacia otros ecosistemas. Las zonas con suelo muy sellado podrían tener “menos polvo contaminado que las aves podrían ingerir”.
Otro hallazgo significativo es el vínculo entre el color del plumaje y la acumulación de metales. Palomas de plumaje oscuro (más melanina) retienen mayores niveles de plomo, cobre y zinc que las de plumaje claro.
“Las plumas funcionan como filtros: en un ambiente contaminado, las aves más oscuras toleran mejor la presencia de plomo porque lo almacenan en el plumaje y lo sacan de circulación en su organismo”, precisan los investigadores.
Santiago enciende las alarmas
En Santiago, las palomas exhiben concentraciones de plomo comparables con las observadas en ciudades industriales de Corea del Sur, pese a la normativa chilena que prohibió el uso de gasolina con plomo en 2003.
Esto demuestra que el metal aún persiste en ambientes urbanos, tanto en el suelo como en el aire, lo que podría tener efectos en la población humana.
El estudio también reveló que las palomas blancas constituyen apenas el 2 % de los ejemplares observados en la capital de Chile, porcentaje que ha ido disminuyendo.
La hipótesis de los investigadores es que los ejemplares con menos pigmentación tienen menor tolerancia a la contaminación ambiental.
Más que aves
Aunque el trabajo se centra en palomas, sus conclusiones van más allá: si estos animales, que están expuestos continuamente al ambiente urbano, tienen altos niveles de plomo, la implicancia para los seres humanos que comparten espacio con ellos es directa.
El plomo, incluso en cantidades moderadas, puede afectar el sistema nervioso, causar daños cognitivos y otros trastornos.
“Las palomas nos están diciendo algo que no vemos: seguimos expuestos a contaminantes invisibles en los lugares donde vivimos y trabajamos”, advirtió Peña.
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