Entre el Bronx y El Tabo: la historia de una familia chilena que pide ayuda para repatriar un cuerpo desde Nueva York
La chilena de 43 años murió en el Bronx; sus hijos y su tía piden ayuda para costear la repatriación mientras esperan la autopsia.

Getty Imagen / Francesc Domènech
En El Tabo recuerdan a Lorena Andrea Soto Lobos como una mujer alegre y porfiada para la vida. Hace poco más de un año había cruzado el continente rumbo a Nueva York, buscando trabajo y tratamiento para un dolor de columna que, tarde o temprano, exigiría bisturí. El 3 de septiembre, en el Bronx, la noticia llegó como un golpe seco: Lorena fue hallada sin vida en su departamento. Horas antes había enviado mensajes tranquilos, incluso una foto en la que decía sentirse mejor tras exámenes preoperatorios.
Quien reconstruye los minutos y los meses es su tía, Julia Lobos Durán. “Me llamaron y me dijeron que la habían encontrado en el suelo, boca abajo, con el cuerpo morado”, recuerda, todavía incrédula. La familia desconoce las causas de la muerte: el cuerpo permanece en una morgue de Manhattan a la espera del informe forense y la autopsia oficial.
En Chile quedaron sus dos hijos, de 25 y 17 años, atrapados entre el duelo y la logística. Lo que quieren —lo que piden— es despedir a su madre en su tierra. Pero el costo de la repatriación, que primero bordearía los $25 millones y que una funeraria neoyorquina cotizó luego en casi $8 millones, supera por lejos el alcance familiar. “Es una suma imposible para nosotros”, dice Julia. “Por eso pedimos ayuda: sus hijos necesitan despedirse”.
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La familia golpeó puertas. En el Consulado de Chile en Nueva York les hablaron de alternativas: cremar allá y traer las cenizas por valija diplomática podría ser el camino más viable y expedito. Pero el anhelo persiste: traerla completa, traerla de vuelta. Entre tanto, organizan una campaña de recaudación para cubrir los gastos funerarios, mientras esperan el dictamen médico que ponga palabras y certezas donde hoy solo hay conjeturas.
Lorena tenía 43 años y un plan: operarse, recuperarse, seguir trabajando. Esa hoja de ruta quedó en pausa permanente el mismo día en que anunció que se sentía bien. La muerte repentina no admite rellenos; queda la estela de lo que se hizo y lo que faltó. “Era luchadora, siempre buscando salir adelante”, dice su tía. “No podemos creer que se haya ido así de rápido”, publica Emol.
Desde Cancillería informaron que, “a través del Consulado General de Chile en Nueva York”, están en contacto con la familia, brindando asistencia y orientación consular. La ayuda institucional, sin embargo, no reemplaza el costo efectivo de trasladar un cuerpo entre países ni la suma de trámites, certificados y permisos que, en luto, pesan el doble.
En El Tabo, el duelo es también geográfico: la distancia agranda los silencios. La familia de Lorena se organiza, pide apoyo, agradece cada depósito y cada llamado. En el intertanto, dos hijos esperan un último adiós que tenga el cielo conocido y el mar de siempre. A veces, la palabra “regreso” es el gesto más sencillo y más difícil para cerrar una historia.
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