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Psiquiatra y jornada laboral: No es que seamos poco productivos, es que estamos reventados

Alberto Larraín, director ejecutivo de Fundación Procultura, conversó con Ciudadano ADN a propósito de los proyectos -desde Parlamento y Gobierno-para reducir la jornada laboral.

Psiquiatra y jornada laboral: No es que seamos poco productivos, es que estamos reventados
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Frente a la propuesta de la diputada Camila Vallejo de reducir la jornada laboral a 40 horas, y la respuesta gubernamental de 41 horas con "flexibilidad laboral", una voz autorizada para opinar es el psiquiatra y director ejecutivo de Fundación Procultura, Alberto Larraín, que conversó con Ciudadano ADN.

Chile está entre los países que más trabaja en el mundo, pero "de los menos productivos", según indicó el psiquiatra. "La mayoría dice que somos flojos y sacamos la vuelta, que vamos al trabajo y no hacemos nada, pero no es que las personas sean poco productivas, es que están reventadas", explicó, tras relacionar la idea de productividad con los indicadores de salud mental existentes en Chile, donde del total de licencias médicas, un 57% son por enfermedades mentales.

Frente a la usual sospecha de que gran parte de este tipo de licencias son falsas, Larraín aclaró que "aunque la mitad fueran falsas, igual es un cuarto de las licencias de sistema. Y nuestra cobertura de salud mental es tan baja que alcanza solo para el 20% de las personas. El resto ni siquiera está siendo atendido. Las cifras están subvaloradas".

El año pasado, según explicó Larraín, en el informe del Foro Económico Mundial el tiempo mínimo de un descanso saludable para los trabajadores aumentó de 3 a 4 semanas continuas. En la realidad chilena, en cambio, "de las tres semanas de los que tienen vacaciones, guardan una para el invierno y se toman dos en verano. Eso no permite que las personas descansen. Están permanentemente sobre la pelota, además la dinámica 24/7 las tiene siempre conectadas", según Larraín. "Y si lo cruzas con el nivel de endeudamiento, de 4 a 5 veces los ingresos, el nivel de estrés basal es más alto".

Por eso, enfatizó, la evaluación del proyecto de reducción de la jornada de trabajo a 40 horas presentado por la diputada Camila Vallejo, y que fue respondido por otro de 41 horas y "flexibilidad laboral" por parte del Gobierno, "tiene que ver con cuál es el tipo de desarrollo que queremos como país".

"Es bien curioso escuchar la discusión entre el Gobierno y el Parlamento, donde dicen que con 40 horas se perderían 200.000 empleos, y con 41 se crearían 200.000. Por una hora de diferencia, no puede haber una diferencia de 400.000. Hoy la discusión no tiene que ver con qué es lo bueno y lo necesario para nosotros como país, sino está puesta en el centro la productividad. Y yo estoy seguro de que (reduciendo la jornada laboral) la productividad va a aumentar", aseguró el psiquiatra.

Larraín indicó que la mayoría de las encuestas y estudios demuestran que efectivamente Chile es un país poco productivo, donde incluso "los niños van muchas horas al colegio y aprenden poco", entonces "uno tendría que preguntarse qué hace que eso se dé". Para él, hay una pista: las capacidades ejecutivas requieren mayor descanso cerebral. "Entiendo el temor que el empresariado puede llegar a tener, pero el temor no está respaldado por la ciencia", aseveró. 

El psiquiatra insistió en que "la ciencia dice que las personas son más ejecutivas y más productivas cuando las tareas son en menor lapso de tiempo y tienen mayor enfoque. Por ejemplo, mi fundación no tiene horario, la gente trabaja en función a metas. A mí me da lo mismo si la persona va a estar sentada ocho horas o cinco. Hay una tendencia a creer que si pongo una norma, la norma me va a obligar a hacer lo correcto, y por eso más vale exigir ocho horas. Pero eso no habla de un país maduro".

En Chile, en cambio, sumamos a las jornadas extensas tiempos de desplazamiento muy largos, según advirtió Larraín. "La gente sale a las cinco o seis de la mañana para volver a las siete u ocho de la noche. Por eso, si el foco del trabajo no cambia, eso tiene repercusión en otras cosas" como la productividad y la calidad de vida.

De acuerdo al profesional, los países "empiezan a ser desarrollados cuando las normas empiezan a valer menos, y comienza a valer el autocontrol y el sentido común. Los países a los que aspiramos a encaminarnos, tienen por lo menos cinco semanas de vacaciones con jornadas menores a 40 horas, y niveles de productividad muchísimo más altos que el nuestro". Entonces, finalizó, "esto tiene que ver con el tipo de desarrollo que Chile quiere".

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