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OPINIÓN | El debate en ADN Deportes a la decisión de Cristián Garín de no ir a los Juegos Olímpicos

Rodrigo Hernández y Manuel Fernández, editores de ADN Deportes, confrontan posturas en torno a la determinación de "Gago" para los Juegos Olímpicos

El debate por la negativa de Cristián Garín a disputar los Juegos Olímpicos

El debate por la negativa de Cristián Garín a disputar los Juegos Olímpicos / ADRIAN DENNIS

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La determinación de Cristián Garín de no asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio sigue encendiendo pasiones y dividiendo posturas tanto entre los hinchas como en la prensa especializada.

En ese sentido, en ADN Deportes también nos ponemos en torno a las posturas tanto a favor como en contra. Así, dos de nuestros editores, Rodrigo Hernández y Manuel Fernández, se animaron a contrastar opiniones respecto a la decisión del número 1 de Chile respecto a la máxima cita del deporte.

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A favor de la decisión de Garín de no ir a Tokio 

Opinión de Rodrigo Hernández

Como sabemos, el número uno de Chile desistió de acudir a la cita de los anillos por considerar que Tokio le cortaba el calendario, atentaba contra la defensa de su ránking e imponía normas sanitarias extremas.

Uno podrá estar de acuerdo o no con esos argumentos, pero hoy son 16 jugadores los que, por distintas razones, resolvieron bajarse de los Juegos Olímpicos. La lista la encabeza Rafael Nadal.

En el caso de Christian Garín, existen razonables fundamentos técnicos para su decisión.

Y es que pese a que las restricciones derivadas de la pandemia de coronavirus fueron parte del análisis, lo que en realidad inclinó la balanza y lo hizo desistir de viajar a Tokio fue la priorización de su ránking.

La opción de jugar la gira de arcilla posterior a Wimbledon y preparar con margen los Masters 1000 de Toronto, Cincinatti y el US Open pesaron en su determinación.

El diseño del calendario del número uno de Chile, quien con sus cinco títulos en arcilla se ha perfilado como un especialista en esa superficie, es racionalmente lógico.

Apunta a sumar unidades significativas en los ATP 250 de Bastad y Gstaad –donde será uno de los máximos favoritod- y a tener actuaciones relevantes en Canadá y en Estados Unidos, una gira que en seis semanas reparte 4.750 puntos. Ahí se definirá su ranking 2021.

Es cierto que desde la emocionalidad y más con el antecedente de las medallas olímpicas de Nicolás Massú y Fernando González en Atenas 2004, y del propio “Bombardero” en Beijing 2008, el descarte de Christian Garín pega duro e impacta entre los aficionados.

En el inconsciente colectivo, la epopeya del viñamarino está más viva que nunca, lo mismo que las tres medallas de Fernando González.

Esa herencia, que Christian Garín no eligió, es probablemente la carga más pesada en el mar de comparaciones y cuestionamientos odiosos que recibió en las últimas horas.

Christian Garín defendió a Chile en la Copa Davis por primera vez a los 16 años, y durante mucho tiempo pagó el precio de críticas infundadas o exageradas para alguien que solo hacía su camino, y a quien ganar Roland Garros en la serie juvenil le significó más problemas que beneficios.

Muchos tempranamente le colgaron la mochila del recambio, exigiéndole una mayor velocidad en su proceso.

Hoy varios de esos aún lo fustigan, le demandan ser top ten y relativizan sus méritos como uno de los mejores veinte del ranking ATP. Una locura.

Tiempo al tiempo.

Un buen segundo semestre de dará la razón a Christian Garín.

Una mala campaña atizará las críticas de algunos.

Son, lamentablemente, las reglas del juego para los deportistas de alto rendimiento.

En contra de la decisión de Garín de no ir a Tokio 

Opinión de Manuel Fernández

Respeto y celebro la carrera de Christian Garín. Sin ser un periodista especializado de tenis, he cubierto y transmitido algunos torneos y aprendí a valorar cómo los jugadores soportan una carrera tan esforzada como solitaria en el tour.

Además, el chileno se ganó un sitial entre los veinte mejores del mundo, un enorme logro.

Desde el punto del desarrollo individual, su decisión de no asistir a los Juegos Olímpicos, priorizando el circuito ATP, parece totalmente atendible. Sin embargo, en el deporte competitivo hay que ampliar la mirada.

Todos traspasan objetivos de manera progresiva. Y en el caso del tenis, la ruta obliga a entrar a torneos, subir en el escalafón y luego ascender en los campeonatos ATP.

En paralelo, la obtención de esos logros permiten que el deportista se haga conocido de forma paulatina por la masa de aficionados.

Y gracias a ellos, las marcas manifiestan más o menos interés para apoyar el difícil camino de la alta competencia.

Esos simpatizantes están unidos por un territorio e incluso un mercado común: Chile. Es imposible desestimar ese factor a la hora de tomar decisiones para representar o no al país.

Nos mareamos rápido con la cantidad de seguidores en Instagram o Twitter, pero está comprobado que dichas ventanas solo representan a un porcentaje menor de la sociedad.

Entrar a la selecta galería de nuestros grandes ídolos deportivos no es compatible con rechazar la representación patria en unos Juegos Olímpicos.

Son una vitrina y representan un simbolismo de otra dimensión.

Lo demuestran los principales referentes históricos del deporte chileno como Iván Zamorano en Sidney 2000.

Y también Tomás González en Londres 2012 y Marlene Ahrens en el siglo pasado, pese a que la gimnasia y el atletismo extrañamente se ausentarían de los Juegos Olímpicos.

¿O acaso Nicolás Massú y Fernando González tendrían hoy el mismo reconocimiento si no hubieran asistido a Grecia hace 17 años?

Marcelo Ríos se negó a portar la bandera el año 2000, es cierto, pero tampoco dejó de participar.

Los Juegos Olímpicos valorizan a los deportistas, pero además le dan sentido a sus carreras.

Llegar ahí es la finalidad y el sueño de la gran mayoría. Lo festejó Joaquín Niemann, por ejemplo, sabiendo que es su oportunidad para ir más allá de los círculos del golf y popularizar tanto su figura como su especialidad.

Por eso no estoy de acuerdo con Christian Garín: una cosa es sacar cuentas con los puntos ATP y otra muy distinta es la opción de convertirse en ídolo, recibiendo la eterna gratitud del país en el que te convertiste en deportista de elite.

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