Tamara Miller y la creación musical multidisciplinaria
La compositora chilena estrena una nueva obra en Alemania, y su música aparecerá en nuevos discos publicados este año.
Su nombre ha aparecido crecientemente en las temporadas artísticas chilenas. Eso debido a la alta expresividad de su música, unida a una inteligente sinergia con otros lenguajes artísticos.
Si uno revisa el catálogo de obras de Tamara Miller (n.1992, Santiago) encuentra que diseños escenográficos, videos, danza o imágenes pictóricas son parte constitutiva de buena parte de sus trabajos, que en los demás encontramos formatos de cámara y orquestales.
Esta confluencia de géneros tiene un origen: “Surgió primero cuando iba en quinto año de la universidad, porque justamente estaba trabajando con una compañía de teatro”, relata la compositora radicada en Colonia, Alemania, quien conversó con ADN en medio de ensayos para su próximo estreno.
Y continúa: “Luego seguí desarrollando música puramente instrumental, hasta que hice mi máster en Dresden, y conocí a Manos Tsangaris, quien me llevó a trabajar con los intérpretes de manera más corporal, algo más performativo y utilizando la iluminación también”.
Esta experiencia inspiró su obra Toque (2019), para cuerpo y martillo, donde trabajó con la bailarina chilena Beatriz Silva: “Es principalmente un trabajo rítmico, de buscar sonoridades con la herramienta en la madera, la que está amplificada por micrófonos de contacto”.
La obra que prepara en este momento se titula Crevasse, para flauta baja, clarinete bajo, piano preparado, violín, violoncello y 6 mini-speakers con electrónica fija diferenciada para cada instrumento. El estreno se realizará el próximo lunes 17 de abril en el Teatro Pino Bausch de la ciudad de Essen, Alemania, a cargo del Ensemble Spring.
“En Crevasse utilizo sonidos de hielos derritiéndose dentro y fuera del agua”, comenta, “a los que les realicé un análisis espectral y rítmico, par ir armando la composición”. Y reconoce la importancia de lo electrónico en su trabajo: “En los últimos tres años, me he involucrado con la electrónica más profundamente. Pensar en medios electrónicos es muy distinto a trabajar con instrumentos, y precisamente para estos trabajos multidisciplinarios mi necesidad creativa necesitaba la electrónica, por lo que me he dedicado a explorarlo y entenderlo”.
Miller es cauta a la hora de hablar de influencias: “Cuando uno absorbe ciertas estéticas de la música contemporánea, lo hace de manera inconsciente, y creo que a medida que uno escucha más música reconoce ciertas similitudes”. Pero sí reconoce la importancia para ella del maestro alemán Helmut Lachenmann, en cuanto “la dramaturgia de la composición está basada en la técnica instrumental y qué sonoridades pueden nacer de eso, más que en la melodía y el ritmo”.
En cuanto a proyectos en Chile, la Orquesta de Cámara de Valdivia va a grabar el proyecto de los Estudios para Director, impulsado por su director artístico Rodolfo Fischer, con la participación de varios compositores chilenos, en que Miller es autora del Estudio de la Espacialización.
Y la próxima semana se publicará un disco de acordeón y flauta de los músicos Joaquín Muñoz y Gerardo Bluhm, que incluye una obra de Miller titulada De Alambre Triste, donde ambos instrumentos interactúan con electrónica fija. El álbum incluye también música de la compositora nacional Graciela Muñoz.
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