Quedó con 27 cicatrices, pero sobrevivió: investigador es mordido en la cabeza por un tiburón
A pesar de perder sangre y con su máscara llena de agua, el científico logró mantener la calma y ascendió lentamente a la superficie.

Imagen referencial / Mike Korostelev
El pasado sábado, Mauricio Hoyos, un reconocido científico marino mexicano de 48 años, vivió una experiencia límite mientras realizaba labores de conservación en las aguas de la isla del Coco, a más de 600 kilómetros de la costa continental de Costa Rica.
Durante una inmersión a 37 metros de profundidad, Hoyos marcó a un tiburón de Galápagos de 2,7 metros de largo con un arpón científico. Sin embargo, lo que inició como parte de una rutina de investigación se convirtió en una prueba de supervivencia: el animal reaccionó de forma defensiva y se abalanzó sobre él con la boca abierta.
En cuestión de segundos, la cabeza del investigador quedó dentro de las fauces del tiburón. Aunque el ataque pudo haber sido mortal, el depredador lo liberó casi de inmediato. Hoyos sufrió 27 heridas en el rostro y el cuero cabelludo, correspondientes a los 27 dientes que se le incrustaron durante el mordisco. Además, el animal dañó las mangueras de aire de su equipo de buceo.
A pesar de perder sangre y con su máscara llena de agua, el científico logró mantener la calma y ascendió lentamente a la superficie para evitar una descompresión fatal. Fue auxiliado por su equipo y trasladado primero a la isla del Coco y luego a San José, Costa Rica, donde permanece hospitalizado en espera de una cirugía en la mandíbula.
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El ataque ocurrió durante el sexto día de la expedición, cuyo objetivo es marcar tiburones migratorios y estudiar sus rutas en la cordillera submarina frente a la isla del Coco. La investigación busca generar evidencia científica para reforzar la protección de estas especies frente a la pesca comercial, relata The New York Times.
Hoyos, con más de 30 años de experiencia en el marcaje de tiburones blancos, martillo y tigre, señaló que fue la primera vez que uno lo mordía. Lejos de culpar al animal, explicó que se trató de una reacción instintiva por la sorpresa de haber sido marcado.
“Es la naturaleza silvestre: impredecible y fascinante”, dijo el propio científico desde el hospital, reafirmando su compromiso con la conservación marina.
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