Cambian los criterios de hipertensión: ¿Estás dentro del nuevo rango?
Las guías ajustan metas y recomiendan evaluación del riesgo con PREVENT para decisiones de tratamiento más precisas.
Cambian los criterios de hipertensión: ¿Estás dentro del nuevo rango? / Siro Rodenas Cortes
La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) y el Colegio Estadounidense de Cardiología (ACC) publicaron en agosto de 2025 nuevas directrices para la prevención y tratamiento de la hipertensión, tras revisar una década de evidencia. El cambio central es más estricto: se ajustan los umbrales diagnósticos y los objetivos de control, lo que ampliará el universo de personas consideradas con presión alta.
Las guías eliminan la categoría “prehipertensión”. En su reemplazo, definen presión arterial elevada cuando la lectura se sitúa en 120–129 mmHg de sistólica y menos de 80 mmHg de diastólica. A partir de 130–139/80–89 se califica como hipertensión en etapa 1, y ≥140/90 como etapa 2. Un registro de ≥180/120 configura crisis hipertensiva, que requiere evaluación inmediata. La meta de las sociedades médicas es detectar antes y tratar con mayor intensidad a quienes acumulan riesgo.
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El ajuste responde a la magnitud del problema: casi la mitad de la población adulta en EE. UU. presenta presión alta, pero solo 1 de cada 4 tiene la condición bajo control. La hipertensión es el principal factor de riesgo de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular y se asocia, además, a deterioro cognitivo y demencia, publica ScienceAlert.
Las directrices refuerzan el enfoque personalizado del riesgo mediante la calculadora PREVENT (Predicción del Riesgo de Eventos de Enfermedades Cardiovasculares), que integra edad, sexo, colesterol, presión arterial, antecedentes y comorbilidades para estimar probabilidad de eventos cardiovasculares e insuficiencia cardíaca. Con ese puntaje, el equipo clínico define objetivos de presión y umbral de tratamiento farmacológico más precisos.
En estilo de vida, el documento pide limitar el alcohol (hasta 2 tragos/día en hombres y 1 en mujeres) porque eleva la presión de forma dosis-dependiente. En alimentación, recomienda menos de 2.300 mg de sodio/día (idealmente <1.500 mg) y sugiere la dieta DASH (frutas, verduras, lácteos descremados y granos integrales), que puede reducir ~10 mmHg la presión. En actividad física, propone acumular ≥150 minutos/semana de ejercicio aeróbico; cada 30 minutos adicionales/semana se asocian a caídas promedio de ~2 mmHg en sistólica y ~1 mmHg en diastólica.
Otro eje es el monitoreo domiciliario de la presión para capturar variaciones diarias y evitar sesgos de la consulta (“bata blanca”). El objetivo es confirmar el diagnóstico, ajustar tratamiento y mejorar adherencia. Las guías también piden revisar sueño, control de peso, tabaquismo y glucosa/colesterol, alineadas con las ocho conductas esenciales de AHA para proteger la salud cardiovascular.