Cueca viva: María Esther Zamora y Daniel Muñoz & Los Marujos en Cuerdas al aire
En nuestro especial cuequero repasamos la vigencia del género, la fuerza de la tradición y el valor de la comunidad musical.
ADN
En un nuevo especial de Cuerdas al aire, el podcast dedicado a la música chilena, la cueca fue la gran protagonista. La destacada cantora María Esther Zamora y el grupo de Daniel Muñoz & Los Marujos compartieron reflexiones, recuerdos y la fórmula con que el género sigue siendo un eje vivo de la cultura popular.
“Para mí la cueca no tiene nombres ni apellidos, es el intérprete el que le pone el sello”, afirmó María Esther, subrayando que más allá de estilos o tendencias, lo esencial está en la interpretación.
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“Hay que ponerle el alma y el corazón, ponerle todo el sentimiento profundo”, agregó, recordando la diversidad de expresiones que conviven dentro del género, desde lo romántico hasta las “cuecas aniñaitadas” al estilo de Los Chileneros o el Nano Ñuñez.
La cantora también recordó su infancia en la quinta de recreo de su padre, Segundo Zamora, donde conoció a Violeta Parra. “Fue increíble, lo pasamos genial, ahí se juntaba todo el staff de guitarreros a vacilar. Se ponía una rueda en la mesa y se ponían a crear punteos y tocar”, recordó con nostalgia. “La Hilda era muy entretenida, pero la Violeta era más seriota”, añadió, dibujando una postal íntima de una época fundacional para la música chilena.
-> Mira el especial cuequero de “Cuerdas al aire” aquí:
Por su parte, Rodrigo Salgado, guitarrista de Los Marujos, destacó la importancia de las alianzas con un gran número de artistas que los acompañaron en su último disco, incluso del género urbano. “Ellos son los que comenzaron con las colaboraciones... es un mérito de ellos habernos enseñado a hacer comunidad musical”, señaló.
El actor y cantor Daniel Muñoz reforzó esa idea: “La clave es únete y vencerás, esa es la clave por la que tenemos que luchar y no solo en el ámbito musical”.
El especial de Cuerdas al aire reafirma que la cueca no es solo un patrimonio del pasado, sino un lenguaje vivo que sigue renovándose y convocando a nuevas generaciones, siempre con la comunidad y el sentimiento en el centro de su fuerza.