¡Atención papás! Psicologos vieron los 150 capítulos de Bluey y esta es su opinión
Es una de las series animadas para niños pequeños más populares del momento.

Bluey, la perrita azul de seis años que vive en Brisbane y ha conquistado a familias de todo el mundo, no solo entretiene: también enseña a ser resilientes. Un nuevo estudio que analizó la serie muestra cómo sus episodios modelan, de forma cotidiana y comprensible, habilidades para afrontar y recuperarse de los altibajos de la vida.
La resiliencia es mucho más que “aguantar”: implica gestionar el estrés, regular emociones, adaptarse a contratiempos y volver a ponerse de pie. Desarrollarla temprano importa: los niños con mejores herramientas suelen rendir más en la escuela y construyen relaciones más sanas, mientras que su carencia se asocia a mayor ansiedad y desregulación emocional. En 2023, una encuesta a casi 140 mil estudiantes detectó altos niveles de angustia en más de uno de cada cuatro escolares de primaria y uno de cada tres de secundaria, un telón de fondo que vuelve urgente enseñar estas competencias.
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La ficción puede ayudar
Las historias de películas, libros y TV modelan conductas como regulación emocional, resolución de problemas y empatía sin sermones, y los personajes animales facilitan la identificación infantil. Estrenada en 2018, Bluey es el programa infantil más exitoso de Australia y acumula miles de millones de vistas; pese a ello, nadie había examinado de forma sistemática cómo presenta la resiliencia en pantalla.
El equipo investigador vio los 150 episodios de las tres primeras temporadas (18 horas en total) y codificó desafíos y respuestas resilientes usando el marco de Grotberg (“Tengo, Puedo, Soy”). El 49% de los capítulos incluyó mensajes claros de resiliencia como tema principal o secundario, y casi dos tercios de esos momentos fueron facilitados por un progenitor—habitualmente Chilli, la madre—(“Tengo”: redes de apoyo). En “The Show” (T2E19), cuando Bingo deja caer una bandeja y rompe a llorar, Chilli modela coaching emocional: “Lloro un poco, me recupero, me sacudo el polvo y sigo”, una guía que Bingo replica después, publica el medio especializado ScienceAlert.
También abundan escenas de “Puedo” (habilidades prácticas). En “Keepy Uppy” (T1E3), explota el último globo del juego: Bluey y Bingo hacen una pausa, se regulan y reformulan el momento con un “Bueno, eso fue divertido”. Y hay ejemplos de “Soy” (fortalezas internas): en “Balancín” (T2E27), Pom Pom persiste y se autoconvence—“los pomeranos son pequeños pero resistentes”—hasta lograr su objetivo, mientras que en “Sheepdog” (T3E11) Chilli pide “20 minutos” para sí misma, y Bluey aprende a reconocer el autocuidado y a empatizar con la necesidad de descanso.

El balance es contundente: Bluey recorre casi todos los pilares de la resiliencia—vínculos de confianza, comunicación emocional, resolución de problemas, autorregulación y empatía—desde situaciones cotidianas y cercanas. Vistas en compañía, esas escenas se convierten en oportunidades de conversación: “¿Qué crees que sintió Bluey?”, “¿Te pasó algo parecido?”, “¿Qué harías tú?”. Ninguna pantalla sustituye a las relaciones reales, pero, con un adulto al lado, Bluey puede ser una gran “entrenadora” para que niñas y niños piensen, practiquen y fortalezcan las herramientas que necesitarán para afrontar, adaptarse y crecer.
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