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¿Lo sabías? La historia genética no contada de la papa y sus raíces chilenas

Un estudio internacional reveló que la papa moderna no proviene de un solo linaje, sino de un cruce ocurrido hace millones de años que involucra a especies nativas del sur de Chile.

Getty Images

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Un equipo internacional de científicos reescribió el origen de la papa moderna, uno de los alimentos más consumidos en el mundo. Según un estudio publicado en la revista Cell, este tubérculo no surgió de un linaje único, sino de un antiguo cruce entre tomates silvestres y especies chilenas del grupo Etuberosum, que hoy no producen tubérculos comestibles.

El análisis de más de 500 genomas, entre variedades cultivadas y silvestres, demostró que el ADN de la papa tiene un 60% de aporte de estas especies chilenas y un 40% del tomate. Los investigadores concluyen que esta hibridación ocurrió hace unos nueve millones de años, en un evento único que marcó la evolución de la planta.

El proceso coincidió con el levantamiento acelerado de la cordillera de los Andes, que creó ambientes fríos y de gran altitud. Estas nuevas condiciones favorecieron el desarrollo de plantas capaces de almacenar agua y nutrientes bajo tierra, lo que permitió la expansión y subsistencia de la papa en ecosistemas extremos.

Los genes heredados del tomate jugaron un rol crucial en la tuberización, mientras que los del grupo Etuberosum aportaron el desarrollo subterráneo de la planta. Esta combinación permitió la reproducción asexual de la papa, acelerando su expansión primero en América y luego en todo el mundo.

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Según la investigadora Elena Vidal, del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), este descubrimiento confirma que la hibridación interespecífica es clave para generar innovaciones biológicas, adaptaciones y nuevos rasgos agronómicos, particularmente en contextos de cambios ambientales.

El estudio no solo aporta a la historia evolutiva, sino que también identificó genes asociados al desarrollo del tubérculo y su respuesta a factores ambientales, lo que abre la posibilidad de mejorar variedades actuales, haciéndolas más resistentes a la sequía, el frío y las enfermedades.

Los expertos destacan que las especies silvestres de papas representan un reservorio genético invaluable para enfrentar el cambio climático. Por ello, la conservación y estudio de estas plantas se vuelve esencial para asegurar una agricultura más resiliente en el futuro.

Actualmente, algunos laboratorios trabajan en desarrollar una papa híbrida que pueda reproducirse por semillas. Con el genoma del tomate completamente caracterizado y sus herramientas de manipulación genética avanzadas, se abre la puerta a crear cultivos sintéticos inspirados en la evolución natural de la papa, diseñados para los desafíos agrícolas del siglo XXI.

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