Max Valdés consiguió lo mejor de la Filarmónica de Santiago
El reputado director chileno, condujo a la orquesta del Municipal en la ópera El Caballero de la Rosa y luego en un concierto con la participación del violista Roberto Díaz.

La presente temporada del Municipal de Santiago ha sido particularmente vistosa para sus cuerpos artísticos estables. Más específicamente, vale destacar el buen pie en que se encuentra la Orquesta Filarmónica de Santiago. Hace tan solo unas semanas, la agrupación sinfónica brilló con creces en la ópera “El Caballero de la Rosa” de Richard Strauss, título ausente del recinto desde 1987. Y ahora, el conjunto ofrece más excelencia orquestal en su más reciente programa de abono.
El articulador de ambos triunfos fue el maestro Maximiano Valdés. El otrora titular del conjunto hizo valer toda su experiencia y trayectoria de alcance internacional, para en primer lugar sacar lustro a la maravillosa partitura de Strauss, y luego obtener similar resultado con un concierto, que lamentablemente no tuvo la merecida difusión. Una instancia que contó con la presencia de otro chileno renombrado en el mundo, el violista Roberto Díaz.

Cuatro obras para un concierto en dos mitades, las que reflejan puntos esenciales del maestro Valdés, por una parte, la defensa de la música latinoamericana, y luego el cultivo del repertorio francés. La suite del ballet “Panambí” de Alberto Ginastera inicio la velada, con un brío interpretativo de primer orden. Mención de loa para la fila de percusiones.
Siguió la participación de Díaz como solista en el Concierto para Viola del compositor portorriqueño Roberto Sierra. La música de este autor ha incrementado su presencia a nivel mundial, por lo que no debe extrañar su inclusión en nuestro país. Además que la obra en cuestión fue escrita específicamente para Díaz, lo que queda bastante claro por el sitial de lucimiento que al instrumento le otorga.
Largos y expresivos pasajes solitarios se desenvuelven sobre un sutil acompañamiento de cuerdas y percusiones. Son cuatro movimientos que involucran una diversidad de material, transitando desde lo atmosférico a lo dinámico. De especial interés es el cuarto (Rítmico) donde se aprecian alusiones a la música boricua. Echamos de menos un encore por parte de Díaz, un solista excepcional y surgido de nuestra tierra.

En la segunda parte entramos en territorio francófono, primero con una obra temprana de Olivier Messiaen, titulada “Les Offrandes Oubliées”, de 1930. Denominada “meditación sinfónica”, se encuentra a medio camino entre las influencias impresionistas que marcaron la formación del compositor, con los rasgos que le son propios y que se desarrollarían en sus creaciones posteriores.
Precisamente tiene un carácter meditativo al que se suma un fuerte pasaje contrastante. Su resplandeciente orquestación fue tratada con maestría por Valdés, tal como haría con la más familiar obra de la oferta, que fue “La Mer” de Claude Debussy. Virtuosismo orquestal de principio a fin, y rotundo clímax de un notable concierto.
Sigue a ADN.cl en Google Discover
Recibe nuestros contenidos directamente en tu feed.























