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Simon Ghraichy: «Rockstar» del piano triunfó en Corpartes

El pianista debutó en el país junto a la Sinfónica Nacional de Chile bajo la dirección de José Luis Domínguez.

Simon Ghraichy: «Rockstar» del piano triunfó en Corpartes

Álvaro Gallegos

Extremadamente acertado es que la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile esté haciendo al menos un programa al año en el teatro de Corpartes. Es el espacio donde se puede apreciar de mejor manera el trabajo de la principal orquesta del país. Les da, además, la chance de presentarse con solistas internacionales. El año pasado fue Pinchas Zukerman, y ahora colaboraron con el pianista Simon Ghraichy, recientemente fichado por el sello Deutsche Grammophon, y apodado por numerosos medios como el "rockstar" del piano, supuestamente por su actitud en escena.

Nada muy transgresor de su parte, en verdad. Apareció como un solista correcto, certero pero no deslumbrante. Ghraichy dejó ver sus capacidades en dos obras, la ‘Rhapsody in Blue’ de George Gershwin, que cerró el concierto, y el Concierto para Piano Op.16 de Edvard Grieg, pieza que no encajó en un programa que aparte estaba dedicado a Estados Unidos, y que además la OSNCH interpretó tanto en 2017 y 2016. 

La orquesta estuvo al mando de José Luis Domínguez, quien logró extraer lo mejor del plantel estatal. Eso se agradeció en Grieg, donde compensó la interpretación más bien fría y mecánica del solista. Tiempos ágiles y un contundente tratamiento orquestal ayudaron a que el resultado tuviese saldo positivo. Mucho más en sintonía estuvo Ghraichy en la obra de Gershwin. Logró captar como pocos el estilo, el espíritu de la obra, congeniando la dosis perfecta de swing, libertad interpretativa y la precisión requerida en la gran tradición concertante. La aclamación a Ghraichy tuvo como fruto un magnífico encore: la ‘Festa no Sertao’ de Heitor Villa-Lobos, deliciosamente tratada, y sin faltarle el sabor latino.

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Pero más allá del invitado estelar, lo mejor del concierto se vivió con la orquesta a solas junto a su maestro invitado. La velada se inició con la Obertura de ‘Candide’ de Leonard Bernstein, tan justamente celebrado este año. Domínguez la atacó con una fluidez mercurial y maestría técnica. 

Mayor virtuosismo orquestal se vivió después con la suite ‘Billy the Kid’ de Aaron Copland. Música para la danza transmutada en vívidas imágenes sonoras. La interpretación dio cuenta del gran valor de estos extractos del ballet, magistralmente enlazados para esta versión de concierto. Notable la artillería de percusiones en la escena del tiroteo, y la posterior celebración tras la captura de Billy. 

Domínguez continuará trabajando con la OSNCH para el concierto dedicado a nuestra música en dos semanas más, 14 y 15 de septiembre, en el Teatro Universidad de Chile. Este incluirá el Concierto para Piano de Enrique Soro y un estreno del connotado compositor nacional Andrián Pertout.

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