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Salma Hayek relató su infierno personal con Harvey Weinstein

La actriz mexicana contó el hostigamiento que sufrió por parte del productor, durante al filmación de Frida.

Salma Hayek relató su infierno personal con Harvey Weinstein

La actriz Salma Hayek sumó su historia personal a las decenas de acusaciones de abusos sexuales y violaciones contra Harvey Weinstein.

En un texto publicado en The New York Times, la artista mexicana explicó que no había hablado antes porque no consideraba su voz importante después de que tantas personalidades hubieran contado su experiencia y porque lleva años omitiendo detalles a sus íntimos.

El relato de Hayek no se centra tanto en lo que pasó a solas con Weinstein, sino en describir con detalle cómo se inicia y desarrolla una situación de acoso entre un hombre poderoso y una aspirante a actriz y productora. El contexto es la producción de la película Frida, un anhelo personal de Hayek, en 2002.

Hayek logró que Weinstein, por entonces jefe de Miramax, se hiciera cargo del proyecto. Fue a través de su amistad con el director Robert Rodríguez y su esposa entonces, la productora Elizabeth Avellan. "Sabiendo lo que sé hoy, me pregunto si fue mi amistad con ellos (y Quentin Tarantino y George Clooney) lo que me salvó de ser violada", escribe.

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Porque, según su relato, una vez que empezó la relación profesional con Weinstein, el productor hizo de su vida un calvario, tratando de obtener favores sexuales a cambio de su implicación en el proyecto. El día a día de Hayek consistía en "decir no". "No a abrirle la puerta a todas las horas de la noche, en un hotel tras otro, en una localización tras otra, donde se presentaba de repente, incluyendo una localización donde yo estaba haciendo una película en la que él ni siquiera participaba".

"No a ducharme con él", continúa Hayek, "no a mirarle mientras se duchaba, no a dejarle darme un masaje, no a dejar que una amiga suya desnuda me diera un masaje, no a dejarle que me hiciera sexo oral, no a desnudarme con otra mujer".

La actriz asegura que "con cada rechazo llegaba la ira maquiavélica de Harvey". En una ocasión, el productor llegó a decirle: "Te mataré, no creas que no soy capaz".

Weinstein trató de desvincularse del proyecto cuando llegó a la conclusión de que no llegaría a nada con Hayek, relata la actriz, que logró mantener Frida en pie gracias a sus abogados, reunir dinero por su cuenta y reclutar actores de primer nivel sin ayuda del productor. Cuando Weinstein se vio atado al proyecto, el acoso pasó a la propia película.

El productor pidió que el personaje de Frida Khalo fuera más sexy. En un momento dado, exigió que hubiera una escena de sexo lésbico en el que se viera a las actrices completamente desnudas. La directora, Julie Taymor, le convenció de que fuera una escena de un tango entre el personaje de Hayek y el que interpretaba Ashley Judd, que acabaría en un beso entre ambas. "Para entonces, tenía claro que no me dejaría acabar la película sin obtener su fantasía, de una forma o de otra”, escribe Hayek.

El día que rodaban esa escena, la actriz sufrió un ataque de ansiedad. Hayek se echó a llorar y acabó vomitando ante el asombro de todo el equipo, que desconocía el contexto en el que se había incluido esa escena lésbica en la película.

Finalmente, con la película terminada, Weinstein siguió torturando a la actriz por haberse negado a sus exigencias sexuales. Después de ver un montaje preliminar, decidió que no era lo bastante buena para estrenarla en salas y que la iba a mandar directamente al mercado de video. La directora fue la que peleó para conseguir que se estrenara en un solo cine en Nueva York y probarla con público. La respuesta del test fue muy buena. Según Hayek, “en la entrada del cine después de un pase, gritó a Julie". Le tiró a la cara una de las tarjetas en las que el público del test escribe sus impresiones. "Su compañero, el compositor Elliot Goldenthal, intervino y Harvey le amenazó físicamente".

Finalmente, la película se estrenó, fue un éxito de crítica y le valió a Weinstein seis nominaciones al Oscar, de los que ganó dos. Salma Hayek termina su relato con una reflexión. "¿Por qué tantas de nosotras, artistas mujeres, tenemos que ir a la guerra para poder contar nuestras historias cuando tenemos tanto que ofrecer? ¿Por qué tenemos que pelear con uñas y dientes para mantener la dignidad? Creo que es porque, como mujeres, hemos sido devaluadas artísticamente hasta un nivel de indecencia, hasta el punto de que la industria del cine ha dejado de esforzarse por averiguar qué quiere ver el público femenino y qué historias queremos contar".

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