• 22 DIC 2025

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Por qué las mismas palabras despectivas hacia las mujeres destacan cualidades positivas en hombres

Más de 50 palabras en español sirven para llamar "prostituta" a las mujeres mientras que sus homónimas en masculino son positivas. ¿Utilizamos la lengua de una forma machista?

“Siendo un zorro un hombre astuto, una zorra es una prostituta. Y, por supuesto, nada tiene que ver un respetable hombre público con una mujer pública, una prostituta. Es que, además, un fulano es alguien sin identificar, mientras que una fulana es una prostituta; un cualquiera es un pobre don nadie, mientras que una cualquiera es una prostituta; y aquel que no tiene un destino determinado y está perdido nos produce cierta aflicción, mientras que una perdida es una prostituta”.

Con estas palabras hace referencia María Irazusta al “insultante sexismo” en su último libro, una “biblia del insulto” titulada Eso lo será tu madre.

El capítulo invita a reabrir el debate entorno al sexismo lingüístico, una polémica que si bien no es nueva, recuerda la necesidad de reflexionar cuando utilizamos determinadas palabras de las que se desprende una marcada discriminación hacia las mujeres.

Incluso cuando el agravio va dirigido a un hombre, terminan siendo las afectadas las féminas que forman parte de su vida. ¿Cuántas veces son apuntadas, por ejemplo en un campo de fútbol, las madres y novias de los jugadores?

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Hasta los animales salen ganando cuando se escriben en masculino (un gallo es un hombre fuerte y valiente, mientras que un gallina define a una persona cobarde).

La lengua española no es machista, como no es racista, ni homófoba. Es el uso que hacemos de ella lo que determina el carácter del discurso. Es una herramienta y, como tal, podemos utilizarla bien o no”, expuso Susana Guerrero Salazar, docente de la Universidad de Málaga y especialista en la relación entre mujer y léxico.

Aunque el Diccionario de la Real Academia Española eliminó algunas de las acepciones machistas más denostadas en su última edición (lo femenino ya no equivale a débil y endeble; gozar dejó de ser “conocer carnalmente a una mujer” y se es igual de huérfano tanto si se ha perdido al padre como a la madre), aún persisten referencias sexistas.

Guerrero Salazar defiende que la solución no es suprimirlas de golpe. “Los cambios lingüísticos no deben obedecer a imposiciones, sino a la marcha natural de las lenguas vivas que, como tales, se adaptan a los cambios sociales. Por ello, han surgido tantas feminizaciones (bombera, arquitecta, médica…), cambios de significados en las palabras (alcaldesa ya no es la mujer del alcalde, ni jueza la mujer del juez) que dan cuenta de la nueva manera en que estamos las mujeres en la sociedad. Pero si zorra se emplea con un significado despectivo, el diccionario no puede obviarlo aunque debería poner una marca en la palabra que indique su uso despectivo. Otra cosa son las acepciones que se mantienen y que ya están desfasadas. Esas sí que deberían suprimirse”, argumenta.

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