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La alfombra roja y la conductora del Ford Galaxie: el lado B del cambio de mando presidencial

En las afueras del Congreso Nacional hubo tranquilidad y fuerte resguardo policial, al igual que distintas manifestaciones y muestras de cariño ciudadanas. Por segunda vez, el ahora ex Presidente Sebastián Piñera se fue manejando.

cambio de mando presidencial lado b

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En la avenida Pedro Montt y sus alrededores todo era calma. Sus veredas, siempre llenas de viajeros y los clásicos captadores de turistas, lucían repletas de carabineros y prensa. En las horas previas al cambio de mando presidencial, en todo el perímetro del Congreso Nacional, muy amplio por cierto, apenas se escuchaba el tránsito de la gente que podía pasar por allí.

Y es que algunos vecinos de Valparaíso reclamaron por las restricciones, tanto para vehículos como para personas e incluso animales. En Chacabuco, a eso de las 9:30 de la mañana, una señora expresó su molestia frente a un grupo de funcionarios policiales -uno de los tantos dispuestos en cada cuadra- porque debía operar a su gata y no pudo tomar el atajo para llegar a la clínica.

«¿Por dónde entro al mall?», preguntó una mujer en la avenida Argentina, ajena a los trajines de Estado. «¿Dónde puedo tomar la micro?», decía otra. Distintos adherentes de Gabriel Boric, quienes trabajaron a lo largo de su campaña presidencial, buscaban la forma de ingresar al perímetro, con banderas y carteles.

Un grupo de mujeres de La Araucanía quiso regalarle un manto hecho por una artesana de la zona. Otro grupo se apostó en las afueras del Rodoviario con la esperanza de ver al nuevo Presidente. Sin embargo, la tensa calma del fuerte contingente policial y militar rodeó todo el Congreso y tal fue el silencio que se pudo escuchar a la gente que se reunió por los alrededores del perímetro.

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Un grupo de mujeres aguardó en las afueras del Rodoviario de Valparaíso, que estuvo cerrado durante la mañana, con la esperanza de saludar al Presidente Gabriel Boric. Foto: Pamela De Vicenzi, ADN.

El taco presidencial

La alfombra roja del Congreso Nacional comenzó a eso de las 10 de la mañana, cuando llegaron los primeros invitados, todos con su respectiva mascarilla, lo que dificultó el reconocimiento visual. El primero en recibir los honores mientras subía las escalinatas de la sede legislativa fue el arzobispo ortodoxo Sergio Abad.

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Foto: Pamela De Vicenzi, ADN.

Minutos antes, muy temprano y bien trajeado, Mario Kreutzberger descendió de su vehículo para conversar con la prensa en el lugar. Don Francisco hizo un repaso de los cambios de mando que presenció en sus 81 años de vida, los autos presidenciales en panne que le tocó ver y las tareas que debía realizar de cara a la entrevista al Presidente Gabriel Boric en Las caras de La Moneda.

De a poco aparecieron los vehículos con banderas, señal inequívoca de los automóviles de las embajadas. A medida que pasaban las horas se formó lo que podríamos llamar un «taco presidencial», un desfile motorizado de distintas autoridades, mandatarios, salientes y entrantes, familiares y dispositivos de seguridad.

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Foto: Pamela De Vicenzi, ADN.

Llamó la atención el relajo de algunas figuras internacionales. La expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, saludó a las cámaras de la prensa extranjera. El presidente de Argentina, Alberto Fernández, rompió el protocolo para hablar sobre su visita a Chile y elogiar a Gabriel Boric. Como se acostumbra en el país trasandino, se escuchaban los «Alberto, Alberto».

La llegada del rey de España coronó -vale la pena usar la metáfora- la alfombra roja sin cámaras 360. Desde sus casi dos metros de altura, Felipe VI saludó de manera cordial a los encargados del protocolo e ingresó en silencio.

El cambio de mando desde la calle

Al comenzar la ceremonia del cambio de mando presidencial, la ausencia de gente permitía escuchar el sonido de las campanillas que se emplean en esta sesión solemne. También se podía medir la intensidad de los aplausos y las pifias o vítores que provenían desde la avenida Argentina.

La llegada del -entonces- Presidente electo, Gabriel Boric, estuvo llena de simbolismos, partiendo por la comentada ausencia de la corbata. De la mano de su pareja, la cientista social Irina Karamanos, quien asume las labores de la Primera Dama, se tomó su tiempo para saludar a los jefes de protocolo. También reiteró su guiño a los pueblos originarios y Boric llegó acompañado de una representante de Rapa Nui, ataviada con el traje y tocado de la isla.

La melodía de las bandas de guerra de las Fuerzas Armadas avisó de la llegada del -entonces- Presidente Sebastián Piñera, arriba del Ford Galaxie. Junto a su esposa Cecilia Morel y siempre saludando tanto a las cámaras como a las personas, el Mandatario saliente vivió sus últimos minutos en el poder sin dar declaraciones y guardando las formalidades.

Mientras quienes estaban afuera seguían la transmisión oficial del cambio de mando, llegó el aviso de la salida de Sebastián Piñera, ya de civil, sin banda ni piocha de O’Higgins. Rodeado de sus cercanos, quienes aplaudieron sonoramente en la avenida Pedro Montt sin gente, el ex Mandatario repitió la fórmula de la otra vez, cuando entregó el mando a Michelle Bachelet. Se despidió, tomó el volante, se colocó el cinturón de seguridad y junto a Cecilia Morel de copiloto, dejó la calle principal.

Después vino la salida de los ya exministros, todos a pie. El doctor Enrique Paris, ya lejos de aquellos recordados balances del covid-19, se perdió entre la gente. El triunvirato de Rodrigo Delgado, Juan José Ossa y Rodrigo Cerda caminó despreocupado por la vereda, intercambiando saludos y risas.

El cambio de mando también tuvo una cuota meteorológica, un detalle no menor. Mientras se desarrollaban las firmas y el traspaso de la banda, el cielo se despejó.

Las postales del recuerdo y el niño que gritó «Gabriel»

Pese a que la norma dicta que Gabriel Boric debe ser llamado «Presidente», en su salida del cambio de mando presidencial se escucharon los gritos de «Gabriel, Gabriel». Un niño y su madre esperaban que él se acercara para conversar, como tantas veces lo hizo en su campaña y después de ella. Sin embargo, no hubo contacto con el público, posiblemente por las restricciones propias del cargo que ahora ostenta.

También hubo un cambio de mando en el volante del Ford Galaxy. Por primera vez, el descapotable fue conducido por una mujer, un detalle que llamó la atención de la prensa extranjera e incluso de documentalistas que realizaban registros sobre el avance del progresismo en América Latina.

Luego se produjo la salida caótica de los invitados. Los embajadores posaron para la foto del recuerdo en la alfombra roja. Los lentes de sol también se hicieron presentes, al igual que el lío vehicular de los diplomáticos y mandatarios. Dilma Rousseff se acercó a los micrófonos de la prensa de su país para mostrar su alta expectativa frente al gobierno del Presidente Gabriel Boric.

La alfombra roja se disolvió en un suspiro de voces, mascarillas y selfies. Un recambio generacional bajo el sol de Valparaíso en el que la quieta calma dio paso lento a la normalidad. En medio de la quietud de Pedro Montt, en este cambio de mando presidencial, se escribió una página más para los libros de historia de todos los colegios.

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Foto: Pamela De Vicenzi, ADN.

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