A 30 años del aluvión en Antofagasta: expertos advierten que persiste el riesgo de un nuevo deslizamiento en la zona
Los especialistas advierten la urgencia de desarrollar mapas de riesgo geológico para evitar la tragedia que ocurrió en 1991.
A 30 años del aluvión en Antofagasta: expertos advierten que persiste el riesgo de un nuevo deslizamiento en la zona
Este 18 de junio se cumplirán tres décadas desde el aluvión en Antofagasta, que dejó 91 fallecidos y 19 desaparecidos en la ciudad norteña. A propósito de la conmemoración de este desastre, ya hay estudios que respaldan la posibilidad de un nuevo deslizamiento de estas características en la zona.
Un aluvión es considerado, desde el punto de vista geográfico, como un evento producido por el fluido de precipitaciones intensas que provocan el arrastre de material sedimentario. En condiciones precisas y destructivas, el terreno se ve severamente afectado.
En 1991, año en que ocurrió el desastre, no fueron suficientes las medidas de mitigación en cuanto al estado de las cuencas. A falta de una regulación en la materia, habitantes de Antofagasta construyeron sobre las quebradas que finalmente se vieron duramente afectadas por el aluvión, dejando a múltiples familias damnificadas.
Ya en el presente, el aumento sostenido de campamentos en quebradas como La Cadena, La Negra y La Chimba, entre otras, con casas construidas dentro de piscinas aluviales, permiten que exista un peligro inminente y que se vuelva a repetir la trágica historia de hace 30 años.
Blas Espinoza Sepúlveda para Diario Antofagasta
Construir una ciudad sobre barro
Por años, Antofagasta ha sufrido daños materiales y perdidas humanas por la presencia de aluviones durante eventos de fuertes precipitaciones poco comunes para la zona. En la ciudad se encuentran diversas condiciones que generan el escenario perfecto para aluviones desastrosos.
La zona tiene un clima desértico con ausencia de vegetación, así como hoyas hidrográficas de gran dimensión que capturan y dirigen aguas lluvias hacia la ciudad, ya que el fenómeno se presenta en lugares ubicados en una pendiente fuerte y, fundamentalmente, con la ocurrencia de lluvias intensas.
La combinación de estos factores se dio durante la madrugada del 18 de junio de 1991, desencadenando una serie de aluviones violentos y con alto poder de destrucción. El desastre de origen natural produjo la muerte de 91 personas, 19 desaparecidos y 700 viviendas con destrucción total, 20.000 damnificados, 4.000 viviendas con daños severos, daños a la infraestructura y US$71 millones en perdidas.
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Inundación y destrucción
El Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (Cigiden) recabó datos sobre un posible nuevo evento de estas características, tal como ocurrió en el aluvión en Antofagasta.
Francisca Roldán, investigadora de la entidad, detalló que «el flujo del aluvión contenía barro y también fragmentos de la operación de la extracción de la operación de extracción de áridos, basura y escombros que rellenaban cauces de quebradas, provocando una mayor energía y poder destructivo«.
Según indicó la geóloga, durante esa madrugada muchas quebradas de la ciudad se activaron, generando flujos dañinos a su paso, inundación y destrucción, tomando cursos diferentes de acuerdo a las calles y la topografía en busca de zonas más bajas e incluso llegando en algunos casos al mar.
Pese a que la ciudad cuenta con obras de mitigación como las piscinas de decantación en la aproximación a las desembocaduras de quebradas, el riesgo persiste. Los expertos aseguran que hay graves problemas de vivienda, lo que ha forzado un crecimiento explosivo de los campamentos informales.
Vivir sin salida de emergencia
Se trataría de construcciones sobre áreas de alta susceptibilidad a los aluviones y caídas de rocas. «Son campamentos que están dentro de quebradas susceptibles de ser actividades en casos de eventos meteorológicos, como el ocurrido en 1991. Incluso hemos detectado en nuestros vuelos de dron en la zona alta de Antofagasta que existen casas construidas dentro de las piscinas aluviales«, destacó Francisca Roldán.
«Quienes habitan estos lugares enfrentan un peligro inminente«, explicó el académico de Geología de la UCN y subdirector de Cigiden, Gabriel González. «Las piscinas de decantación de aluviones están diseñadas para decantar por gravedad el material solido que es transportado por la corriente que desciende a alta velocidad desde las quebradas y las laderas de los cerros aledaños a estas», añadió.
En esa línea, González advirtió que «habitar dentro de ellas contraviene todas las reglas de protección frente a flujos aluvionales y claramente, desvirtúa la finalidad de estas obras«.
De acuerdo al investigador, en Antofagasta el peligro de flujos aluviales es mucho más frecuente que el de terremotos destructivos, ya que en su historial son más frecuentes los aluviones. Estos califican como un fenómeno natural de alto impacto y de alta frecuencia en casi todas las ciudades costeras del norte de Chile.
«El escenario actual, hace urgente desarrollar proyectos de mapas de peligro geológico actualizados en las quebradas de la ciudad y contar con un sistema de alerta temprana de aluviones«, indicó González.
Conversatorio
La Universidad Católica del Norte junto al Cigiden realizarán un conversatorio online llamado «30 años desde el aluvión de Antofagasta: Memoria, aprendizaje y desafíos».
La actividad tiene como objetivo brindar la importancia que merece la prevención de estos fenómenos, y en ella se abordarán las causas y efectos del aluvión y el persistente riesgo aluvial en la ciudad.
Precisamente el evento se realizará este viernes 18 de junio a las 15:00 horas y reunirá a representantes de Sernageomin, la Onemi regional, la Gobernación de Antofagasta y representantes de la academia, quienes abordarán estudios y modelaciones aluviales en Antofagasta, obras de contención de aluviones y planes de sectorización y evacuación por aluviones, entre otras temáticas.
