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Emotivo reencuentro con los públicos en las Semanas Musicales de Frutillar 2022

Pese a la amenaza del covid-19, el longevo festival de música clásica se realizó en una versión más corta, pero que permitió volver a la presencialidad.

Sinfónica Nacional de Chile

Sinfónica Nacional de Chile

Uno de los eventos culturales más longevos del verano chileno tuvo su esperado reencuentro con el público. Tras un 2021 en formato virtual, las Semanas Musicales de Frutillar llegan a su versión 54 de manera firme, con una versión algo más austera, ajustada a los tiempos, pues se entienden las complejidades logísticas, humanas y económicas de montar un encuentro de estas características.

Así, los habituales diez días y veinte conciertos se acortaron a la mitad, igual que los aforos, y ADN pudo estar presente en las tres últimas jornadas (29, 30 y 31 de enero). Valga por justicia mencionar que los dos primeros días se presentaron la Banda Sinfónica FACH, el Cuarteto Estación, el pianista Danor Quinteros y la Orquesta Filarmónica de Temuco, todos cosechando total éxito ante veraneantes, asistentes históricos y amantes de la música, que solo ansiaban volver a los acogedores espacios del Teatro del Lago, vale decir su Anfiteatro para los conciertos de mediodía, y la gran sala principal, para los vespertinos.

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Alter Guitar Duo

Uno de los aspectos en que este festival ha mejorado en los últimos años, es en la presencia de compositores chilenos en su parrilla. Hace diez o quince años atrás costaba pillar algún nombre nacional en la programación. En el último lustro se ha vuelto algo común, normalizado.

Tan así, que la presentación del Alter Guitar Duo, integrado por Pablo Olivares (guitarra clásica) y Máximo Gómez (guitarra eléctrica), se versó exclusivamente en autores nacionales. Combinar guitarra clásica y eléctrica tiene muchas posibilidades, y en las adaptaciones ofrecidas hubo momentos muy logrados, pero otros en que la diferenciación de timbres se hacía difusa.

Se valora la inclusión de compositores jóvenes como Lorenzo Cornejo, Javier Contreras, Andrea Verdugo, más los nombres familiares de Violeta Parra, Vicente Bianchi, Daniel Delgado y «Chicoria» Sánchez. De este último, su «Tonada por Despedida» fue el punto alto.

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Quinteto Sinfónico

Un momento memorable de esta versión fue la presentación del Quinteto Sinfónico, integrado por Rodrigo Herrera (oboe), Ricardo Aguilera (corno), Carmen Almarza (flauta), Alejandro Ortíz (clarinete) y Efraín Vidal (fagot). Esto, por la inclusión de una obra del gran compositor estadounidense Gunther Schuller, pionero en la fusión de técnicas modernas y el jazz.

Su Quinteto de Vientos resonó con fuerza en el Auditorio, vía una versión pulcra, equilibrada, y que dejó en entrever la riqueza de la pluma de Schuller. Puro brillo fue el resto del programa: una pieza breve de Nino Rota, un quinteto del maestro Wilfried Junge y una muy interesante Suite de Danzas de Paul Valjean.

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Vicente Toskana-Lanzendorff

Al mediodía de la última jornada se realizó un concierto presentado por la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI), que contó con dos quintetos de cuerdas, uno de miembros de la Sinfónica Juvenil Regional de Los Lagos, y otro de la Sinfónica Juvenil Regional de los Ríos, dirigidos respectivamente por Jorge Pacheco y Vicente Toskana-Lanzendorff.

Fue una muestra de que hay semilleros de músicos en todas las regiones del país. En cuanto al programa, consistió en piezas breves y arreglos, donde rutiló de manera particular la obra «Como los Árboles», de la joven compositora chilena Lucía Jiménez, interpretada por el segundo conjunto.

Dentro de las actividades anexas del festival (denominadas Encuentros Culturales), vale la pena mencionar que se realizó la presentación de un interesantísimo documental titulado «De la Partitura a la Voz», filmado en Italia, que habla de los inicios del cultivo operático en Chile, tomando como eje la figura del compositor nacional Eliodoro Ortiz de Zárate, autor de la ópera «Lautaro». Se trata de una investigación realizada por la soprano Javiera Tapia, quien además es la narradora y conductora del film.

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Sinfónica Nacional de Chile

La delicada situación que se vive con el Covid en Chile impactó desgraciadamente en el festival, afectando al número que año a año es el más esperado, y de alguna forma el corazón de la parrilla, la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile (OSNCH).

Antes de viajar a Frutillar, el director titular del grupo, Rodolfo Saglimbeni arrojó positivo, siendo reemplazado por el flautista piccolo y emergente batuta, Juan Pablo Aguayo, para las que iban a ser dos fechas.

Paralelamente, casos de contagio en la Orquesta de Cámara de Valdivia, impidieron que el conjunto arribara para su actuación del domingo 30, y la propia OSNCH tuvo que reemplazarla, llegando a concretar así tres presentaciones.

El viernes 29, la orquesta estatal ofreció una pieza del antiguo compositor venezolano-francés Reynaldo Hahn. Una obertura a su comedia musical titulada «Mozart», que refleja cierta candidez, poseyendo material melódico muy pegajoso. Aguayo lideró a los sinfónicos de manera clara y certera.

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Hernán Jara, Alberto Dourthé, Juan Pablo Aguayo

Inmediatamente vino un concierto para flauta, violín y orquesta de Giorgio Federico Ghedini, titulado «L’Alderina», revestido de un marcado carácter neoclásico de mediados del siglo XX, que sirvió principalmente para mostrar las capacidades de sus dos solistas, Hernán Jara y Alberto Dourthé, nombres reconocidos por manejar los solos de la orquesta en sus respectivos instrumentos.

Cuando una obra archi-tocada suena fresca, impactante, y casi como si se escuchara por primera vez en vivo, es porque estamos ante una interpretación excepcional. La Sinfonía No.41, apodada «Júpiter» de Wolfgang Amadeus Mozart, no necesita mayor presentación. Y acá resultó cautivante, debido a la belleza de los contornos, el magistral manejo de tensión y reposo, e incluso mostrando claramente aquellos elementos que influirían posteriormente en un Wagner. Aguayo estuvo a la altura por mantener cohesionada a la orquesta. Simplemente inolvidable.

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Juan Pablo Aguayo

La actuación de emergencia el domingo 30 vio repetir la «Júpiter», a lo que se le añadió el recurrente Andante para cuerdas del histórico maestro chileno Alfonso Leng, una pieza tan establecida en nuestras orquestas, que siempre da pie a comparaciones entre versiones. La lectura de Aguayo destacó por sus relieves, y el fino ensamblaje de la sección de arcos.

Finalmente, para la jornada de cierre, el contundente programa de la OSNCH se inició con fragmentos del ballet «El Amor Brujo» de Manuel De Falla. Música vital, dramática, relucida en un todo muy bien conjuntado. Luego le siguió el Andante Apassionato de uno de los más trascendentes compositores chilenos, Enrique Soro, que inundó la gran sala de una belleza catártica. Esta versión fue dedicada a la memoria del maestro Guillermo Rifo, fallecido el pasado 23 de enero.

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Sinfónica Nacional de Chile

Un aspecto que se extraña en este retorno de las Semanas es el tradicional cierre sinfónico-coral, pero se entiende que la actual situación no lo permite. Y si en 2019 el broche de oro fue con el colosal oratorio «La Creación» de Joseph Haydn, es el mismo compositor el elegido para finalizar este año, con su Sinfonía No.90 en Do mayor, otra muestra de genio que nos ilumina sobre por qué Haydn es uno de los grandes nombres de la historia.

Fulgurante nitidez en la entrega por parte de Aguayo y la orquesta, que procedieron a extraer todas las riquezas que esconde esta partitura. Un punto final sobrecogedor, y que nos llena de esperanzas de poder ver en 2023 una versión de las Semanas con todos aquellos elementos que no pudieron llevarse a cabo ahora.

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