Imputan a carmelita argentina por torturar a las monjas a su cargo
Una exhermana de la congregación desató escándalo al revelar castigos físicos y psicológicos en un convento.

La madre superiora de un convento de la congregación de las Carmelitas Descalzas en Nogoyá, provincia de Entre Ríos, deberá declarar en una causa por privación ilegítima de la libertad, torturas y reducción a la servidumbre.
El testimonio reservado de una exmonja de 34 años reveló lo que, durante años, fue un secreto encerrado entra las paredes y rejas que protege a las hermanas del exterior: mordazas, látigos, cilicios y golpes, además de largas jornadas de "torturas psicológicas" moldeaban el carácter de 18 mujeres educadas para servir a Dios desde la culpa y la penitencia.
"A la mordaza la conocí con la superiora. El látigo es una especie de flagelo que se hace con cuerdas, se lo pasa por cera derretida y se lo deja secar para que pegue más duro. Nos autoflagelábamos y nos pegábamos en las nalgas", contó la exmonja al programa Periodismo para todos.
Según las normas establecidas por la madre superiora, cada viernes y tres veces por semana durante la Cuaresma las religiosas deben someterse al cilicio, una corona de alambres que coloca en la pierna y aprieta "hasta sacar sangre".
Sin embargo, el uso de la violencia física como práctica religiosa mereció la defensa del arzobispado de Paraná. Su vocero, Ignacio Patat, reconoció que la autoflagelación "está permitida" en las reglas de las carmelitas del convento, y relativizó que lo sucedido allí adentros sean torturas, señalando que "no es castigo, sino disciplina".
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