Fuerzas rusas irrumpieron en base aérea ucraniana en Crimea
Seis blindados rusos entraron por la fuerza en el complejo de Belbek, cerca de Sebastopol. Los acorazados se abrieron paso con armas automáticas y granadas aturdidoras.
A Rusia se le acabó la paciencia con los militares ucranios rezagados en Crimea. Cansados de esperar la rendición de unas cuantas unidades numantinas, cercadas desde hace días por tanquetas y decenas de hombres armados, seis blindados rusos entraron por la fuerza en la base aérea de Belbek, cerca de Sebastopol. Los acorazados se abrieron paso con armas automáticas y granadas aturdidoras y los ucranios respondieron con disparos al aire, aunque enseguida depusieron las armas, que acabaron siendo amontonadas en el arsenal de la base. Un soldado ucranio resultó herido y el comandante fue detenido y llevado a un lugar desconocido para negociar
con los asaltantes.
Moscú aseguró que 54 de los 67 navíos de la Armada ucrania en Crimea cambiaron de bando, que la bandera rusa ondea ya en 147 destacamentos enemigos y que, de los 18.000 militares ucranios desplegados en la península, solo 2.000 volverán al continente, mientras el resto habría aceptado la oferta de integrarse en las Fuerzas Armadas de la Federación. En la mayoría de los casos, la rendición ha sido pacífica, como la de los efectivos de una unidad de la Armada ucrania en Novofedorivka, que abandonaron el recinto tras la irrupción de un grupo de 200 civiles desarmados que los hostigaron hasta sacarlos a la calle.
Hartos del silencio y la inacción de Kiev y rendidos a la evidencia de que sus cuarteles cambiaron de bando, la mayoría de los efectivos ucranios fue tirando la toalla. El viernes, horas después de expirar el pacto de no agresión firmado hace una semana por Ucrania y Rusia -destinado en teoría a facilitar el desarme y abastecer las bases; en la práctica una prórroga para Kiev- en tres cuarteles de Simferópol aún ondeaba la bandera amarilla y azul ucrania, mientras tropas rusas sin distintivos y autodefensas locales cercaban las instalaciones.
Del interior de la unidad de infantería 82542 salían oficiales en uniforme, con todas sus pertenencias en bolsas que eran meticulosamente registradas a la puerta por los custodios del recinto. Con cara de circunstancias, todos declinaban hacer comentarios. “Aún hay soldados en el interior, pero no puedo decir cuántos. Ninguno ha usado sus armas, pese a que tienen permiso de Kiev para hacerlo. Pero la mayoría de oficiales ya se han ido. Pueden irse cuando quieran siempre que dejen aquí las armas”, explicaba en la puerta Roman, de 24 años, uno de los civiles que engrosan las variopintas autodefensas de Crimea.