• 22 DIC 2025

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Ciudadano a pata primaveral: las más emblemáticas piscinas del Santiago de ayer y hoy

La columna del recuerdo y el patrimonio de Ciudadano ADN hizo una revisión por los clásicos recintos veraniegos, desde el Cerro San Cristóbal y las aún existentes Tupahue y Antilén, hasta recordados espacios de las comunas de Ñuñoa y Colina.

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La tibia apertura de piscinas públicas, producto de las restricciones sanitarias de la pandemia, llevó a «Ciudadano a pata», la columna de cultura, patrimonio y gastronomía de Ciudadano ADN, a recordar la historia de algunas de las albercas más destacadas, que dejaron huella en varias generaciones.

Algunas de las que siguen en pie hasta el día de hoy, según recordó el periodista Mario Cavalla, son la Tupahue, ubicada en el corazón del Cerro San Cristóbal. Un «gran riñón» de 82 metros por 25, que permite ver el mural de piedra que homenajea la complicidad entre mexicanos y chilenos, «una alegoría a la hermandad entre ambos países», y que mitifica a personajes de la historia de ambos países como Galvarino, Caupolicán y Cuauhtemoc, además de fauna y flora chilena.

Un poco más arriba está la Antilén, en el Cerro Chacarillas, que ofrece una vista de 360 grados a la ciudad, y que por lo mismo, también su acceso es tradicionalmente un poco más caro que la anterior. «Estaba más arriba tenías mejor vista. A la gente más nariz parada le gustaba más, la Tupahue la encontraban más medio pelo».

Pero también hay recordados recintos desaparecidos en la comuna de Ñuñoa, como la piscina Lincoyán, ubicada en José Manuel Infante casi al llegar a Irarrázaval, o la Mund, en Avenida Grecia, en torno a donde hoy se ubica la Villa Olímpica. «Cuando ibas en vehículo veías en trampolín», recordó Cavalla sobre este recinto construido a mediados de los años 20, y que incluía siete piscinas distintas, para avezados y principiantes. «Era súper democrático, siempre ibas a encontrar la piscina que se amoldara a tus talentos».

Para los típicos paseos de curso, un clásico era La Ponderosa de Colina, sector de la capital «que en ese tiempo era como ir a Valparaíso» y que entre sus curiosidades contaba con un zoológico. 

Otra emblemática de Santiago es la llamada Piscina Escolar, ubicada al lado De la Vega Central, y que fue encargada al arquitecto Luciano Kulczewski, en el marco de un plan de la primera presidencia de Carlos Ibáñez de Campo para mejorar la capacidad física de los jóvenes. En el monumental espacio, Kulczewski aplicó todos los conceptos del art decó que caracterizan su obra, partiendo por su monumental fachada, y sus patios interiores. El recinto hoy es monumento histórico, y está a cargo de la Universidad de Chile, que la cuida «en la medida de lo posible», ya que su manutención es muy costosa y su deterioro, debido al céntrico espacio que ocupa y a los habituales graffitis y rayados, es recurrente.

Pero en regiones también hay piscinas muy recordadas por varias generaciones, como la Piscina Recreo de Viña del Mar, que se caracterizaba por estar rodeada de un pequeño balneario, y por tener agua salada. «Era heladísima. Te pegabas un piquero y quedabas con escalofríos», recordó el columnista.

Y en el momento gastronómico, «Ciudadano a pata» recomendó un tradicional recinto de calle Bandera: la fuente de Soda Cyro’s, que tiene como características ofrecer cola de mono todo el año, además de usar pierna de cerdo para todo: platos, sánguches, y su preparación invernal característica. Se trata del llamado «caldo de tronco»: un jugo de la cocción con pierna de cerdo, vino tinto y huevo pochado. Por las complejidades de sus preparaciones, lamentablemente,  no está operando en formato delivery.

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