De «patito feo» a cisne campeón: Revive el título de la U a 16 años desde la final del Apertura 2004 ante Cobreloa
En un campeonato marcado por la adversidad económica y números discretos, el conjunto estudiantil sumó una estrella más, y por penales, en el siempre complicado Municipal de Calama.
De "patito feo" a cisne campeón: Revive el título de la U a 16 años desde la final del Apertura 2004 ante Cobreloa
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La post producción estuvo a cargo de Eduardo Tapia y los relatos, en la voz de Alberto Jesús López, el Trovador del Gol.
El año 2004 estuvo cargado de acontecimientos, sobre todo en el ámbito deportivo. Dos meses antes que Nicolás Massú y Fernando González obtuvieran sus oros olímpicos en Atenas, se disputó la final del Torneo de Apertura 2004, un campeonato que se tiñó de azul.
En el arranque, Colo Colo el primer rival de la Universidad de Chile. Aquella tarde calurosa del 8 de febrero, los azules se impusieron por 4-0 en lo que hasta hoy se recuerda como «El día Nacional del Baile», con goles de Diego Rivarola, Manuel Iturra y dos de Sergio Gioino, una de las nuevas incorporaciones de la U de cara a ese certamen. El argentino recuerda así, esa jornada y aquella temporada.
Pero la temporada comenzaba de manera compleja. La primera quiebra decretada en la Corfuch daba cuenta de los difíciles momentos económicos que ya se vivían en la institución. Con ese escenario y un 2003 bastante discreto de la mano de Víctor Hugo Castañeda en la banca, la U se reestructuraba y Héctor Pinto era el elegido para ser el nuevo entrenador.
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Al mencionado Gioino, llegaron también Adrián Rojas, Manuel Ibarra, el paraguayo Arnaldo Espínola, Víctor Cancino y Marco Olea, quienes se sumaban a Diego Rivarola, Ezequiel Amaya y Luis Musrri, entre otros. El resto con jugadores jóvenes de casa, tales como Johnny Herrera, Miguel Pinto, José Rojas, Manuel Iturra, Cristian Muñoz, Nelson Pinto, César Henríquez y Christian Martínez.
Los playoffs
A pesar de ganar a la Universidad Católica en la penúltima fecha, entraron quintos a los playoffs. El primer rival en las rondas finales fue la Unión Española, un equipo que dominó a los azules. Triunfo hispano 3-1 en la ida y un pobre empate a uno en la vuelta, resultado que en todo caso fue preciso para permitirle a los laicos clasificar a los cuartos de final, como uno de los dos mejores perdedores. Nada ni nadie podía presagiar lo que vendría después.
Luego había que enfrentar a la Universidad de Concepción. Triunfo azul por la mínima en el Nacional y derrota dos a cero en Collao. Por esas particularidades reglamentarias, importaban más los puntos que los goles convertidos y por ende había que ir al alargue a buscar el gol de oro. Anotación que llegó de la mano de Sergio Gioino y la Universidad de Chile inscribía su nombre entre los cuatro mejores.
El técnico Pinto creó en la interna una frase acorde a lo que pensaba la opinión pública. Los azules eran «los patitos feos» de esa post temporada y en Colo Colo no dudaron en hacer propia esa frase, a pesar de la temprana eliminación de los albos y es que nadie le daba muchas chances al equipo universitario.
Ahora venía un duro equipo a enfrentar: un Santiago Wanderers de gran campaña. En la ida disputada en Ñuñoa un encendido 1 a 1, con un plantel molesto por el penal sancionado en favor de los caturros y que gatilló la molestia de Johnny Herrera, quien hizo gestos de «pago de dinero» hacia la tribuna. Estaba presente Reinaldo Sánchez, por aquellos días presidente de la ANFP y reconocido dirigente wanderino.
La situación provocó el castigo del portero, quien no jugó la final de ida. Pero antes había que ir a Playa Ancha, los azules aguantaban y así llegaron al segundo lapso. Las anotaciones de Marco Olea y Cristian Muñoz, este último sin el portero Alex Varas enfrente, ya que estaba buscando el gol en el arco contrario, permitieron a los estudiantiles meterse en la gran final.
Ida calma, vuelta peleada
Ahora, era un duro escollo, el favorito, el que iba por el tricampeonato: Cobreloa.
En la ida en el Nacional, los azules merecieron mejor suerte, pero no pasaron del cero a cero. Con esa premisa había que ir al siempre complicado Municipal de Calama, donde en el papel serían los invitados a la fiesta naranja. O al menos eso se creía.
El partido que arrancaba y los loínos imponían sus términos y todo se complicó tras la anotación de Luis Fuentes. Parecía que la lógica se instalaba, pero no contaban con la astucia azul y quizás con algo de fortuna, para qué negarlo. Pared entre Rivarola y Gioino, «Gokú» que mete un pase profundo para Christian Martínez, pero el balón es interceptado por Esteban González. El tiro del “Chino” descoloca al meta Carlos Ortega. Llegaba la igualdad una a uno.
Pasaron los minutos y el duelo terminó, había que ir al tiempo extra.
Treinta minutos que se hicieron eternos para los azules, que solo aguantaban y rezaban con la media vuelta del Pato Galaz en el área y Herrera que solo mira, el balón no entró de milagro. Compromiso terminado y el campeón del Apertura se iba a definir desde los doce pasos.
El primero en lanzar es la Nona Muñoz, se le notaba nervioso y lo ratificó con un mordido remate que Ortega contuvo. Más encima Fernando Cornejo, un histórico y que le pegaba bien al balón, era el encargado de servir. Pero a sus 23 años, Johnny Herrera ya tenía personalidad y también agigantó su figura tapándole el tiro al «Corazón de Minero». Era el turno del Chupa Pinto, quien remató cruzado y convirtió el primero para la U.
Luis Fuentes ya había anotado en el partido. Pero se le notaba tenso y su remate fue a dar a la galería. Los azules sacaban ventaja algo que se ratificó con el buen lanzamiento de zurda de Mauricio Tampe. Luego era el turno del argentino Darío Fernández, quien descontó para los naranjas. Tras aquello vino Sergio Gioino y con un remate abierto potente a media altura aumentó las cifras. Ahora era Patricio Galaz, el goleador del mundo con la responsabilidad de mantener con vida a Cobreloa y no defraudó a su gente.
Hasta que llegó el momento del torneo y el propio Johnny Herrera toma el balón. Lo acomoda. Un estadio silente, una hinchada azul esperando el momento y uno que está destinado a atajar balones, ahora les daba el título con su gol. Disparo fuerte que Ortega nada pudo hacer y la alegría de los azules en la altura de Calama con un portero que iniciaba así una ruta exitosa vestido de azul.
Así se venía la U de vuelta a Santiago, con la Copa de campeón, el duodécimo título para sus vitrinas. Pero con la convicción que a pesar de tener todo en contra había que sacar lo otro y quizás de seguro, un campeonato que los hinchas atesoran más que otros.
Universidad de Chile disputó 25 partidos, con 11 triunfos, siete empates y siete derrotas, con un 53% de rendimiento y con Diego Rivarola siendo el goleador de aquel equipo con 13 conquistas. Números que quizás son discretos, pero lo que queda es que el patito feo terminó siendo el cisne más hermoso de la laguna llamada fútbol chileno.
FOTOS: Archivo Facebook Universidad de Chile.
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