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Mario Pesce y el coronavirus: «Mis hijas me tienen muy controlado»

Con 82 años, la legendaria voz radial y miembro de la banda de ADN Deportes, cuenta su experiencia en estos días de cuarentena como parte del grupo de riesgo.

Mario Pesce

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Por Diego Ruiz

Por estos días, Mario Pesce (82) sale de su departamento solo diez minutos al día y asegura que toma todos los resguardos posibles porque «si no, mis hijas me matan».

Pasado el mediodía se lava las manos, se pone la mascarilla, toma el ascensor -de preferencia solo- y va a la panadería que se ubica en uno de los locales que rodean su edificio. «Es que no puedo vivir sin el pan calentito, recién horneado, soy fanático del pan con mantequilla», admitió con su picardía habitual. Aquella que le reconocen varias generaciones por su dupla con Carlos Sapag en el «Show de Noticias» y como locutor comercial de ADN Deportes.

A sus 82 años, 61 de ellos trabajando en los medios de comunicación, es la única licencia que se permite Pesce, quien afirma que respeta, pero no le tiene miedo, al coronavirus. Igual, no puede comer muy pesado por su diabetes. Tiene que cuidarse, de lo contrario «me llega flor de reto en la casa».

También asume de buena manera que está dentro del grupo de riesgo y que, por lo mismo, toma las precauciones necesarias para no contagiarse: «Además de la rutina diaria del pancito caliente, de repente hay que salir igual, obligado, porque tengo que ir a la farmacia por mis medicamentos. Voy con mascarilla, no uso guantes. Después me lavo con jabón y agua. Trato de ir lo más rápido posible», relata.

ADN

En su casa se preocupan de usted y lo cuidan…

Mis hijas son medias alharacas. Me dicen que esto no es chacota, me tienen muy controlado, cortito. No me queda otra que quedarme en la casa y escuchar radio nomás.

¿Recuerda haber vivido algo así antes?

No. Lo más parecido fue lo ocurrido con la influenza en 2009-2010. Pero no algo que preocupara tanto a todo el mundo. Esto es global. Lo del toque de queda sí me trae más recuerdos.

¿Qué recuerda con el toque de queda?

El 10 de septiembre de 1973 salí a comer en la noche con unos amigos. Fuimos a la Taberna Capri que estaba en San Antonio con Merced y yo me volví temprano porque al otro día trabajaba. Mis amigos se quedaron, se podría decir que se lanzaron a la vida. Salieron de ahí cuando el sol ya estaba pegando. Me contaron que uno de ellos se asustó al ver un tanque en plena Alameda que iba contra el tránsito, eso sí, así como iba, le preocupó más que avanzaba contra el tránsito, que el tanque mismo (ríe). El 11 yo fui a trabajar normalmente, y a eso de las 17 horas ya decretaron el toque de queda y estado de sitio. Fui donde a un amigo que tenía un restorán. Me dijo que su hijo me iba a llevar en auto hasta mi casa, que esperara porque estaba dejando a unos garzones, el problema es que su hijo nunca más volvió.

¿Era difícil el trabajar en los medios en ese tiempo?

Antes del 11 de septiembre ya nos censuraban. El mismo 11 hubo cadena nacional, que se transmitía desde el edificio Diego Portales. En ese tiempo era fregada la cosa. Conozco una señora que perdió a su marido porque no se dio cuenta que lo hicieron parar cuando iban en el auto, y lo balearon. Antes me daba miedo salir a la calle.

Entre todos sus recuerdos, repasa historias, recuerda su época en «Show de Noticias», un notable programa radial que hizo junto a Carlos Sapag desde 1967 en Radio Santiago. El espacio, a medida que avanzó el tiempo, pasó por Radio Colo Colo y después a Radio Amistad. El espacio se caracterizaba por contar la información con enfoque en la crónica policial y el humor político: habían efectos, sonidos y Mario Pesce imitaba voces políticas de ese entonces.

¿Cómo se habría contado en el Show de Noticias la contingencia del coronavirus?

(Ríe) Con imitaciones de los próceres actuales, imitando a Piñera quizás, pero ya no tengo garganta para hacer esas cosas. Me gustaría revivir esa época. Nosotros contábamos muchas noticias, sobre todo policiales.

¿Qué lo llevó a trabajar en radio?

Trabajo en radio desde 1959. Pero mi primera locución la hice cuando tenía 10 años. Tenía un primo que era actor y trabajaba en radioteatro. Le dijeron que necesitaban a un cabro chico para hacer un aviso a Maletería Santa Lucía. Y me llevó a mí. Para que te hagas una idea, a mí los domingos me daban 5 pesos con los que me compraba helados y dulces. Por el aviso me pagaron 50 pesos. Seguí en el radioteatro. Un año después hice el papel de José Santos González Vera, quien ganó el Premio Nacional de Literatura. La obra era de su vida, y yo hacía el papel de él cuando niño. La profesora de inglés que tenía en el liceo era la señora de González Vera, y nunca le dije que yo hice ese papel, ella escuchó el radioteatro, nunca le dije nada, preferí pasar de incógnito.

Con todos estos años en los medios de comunicación, ¿hay algo que le falte por hacer?

Relatar fútbol, pero no me gustaría, no creo tener condiciones. Relaté carreras de caballos. La primera vez que lo hice fue en 1964, en El Ensayo. Ganó un caballo llamado Maporal. Me subieron a una torre del Club Hípico, donde transmitía la Radio Nacional en esos años. Era como un sexto piso, y para subir había una escalera de fierro empotrada en la pared. Subí bien, pero cuando miré para abajo estaba el hoyo del ascensor. Estuve tres carreras arriba, no me podían bajar, cada vez que el ascensor subía, hacía ruido, me daba pánico. Me tuvieron que amarrar con una soga y bajarme entre mis compañeros. Fue terrible porque cada vez que el ascensor partía, tiritaba todo (ríe).

ADN

¿Echa de menos las transmisiones de ADN Deportes?

Sí, mis compañeros son muy afectuosos aunque también bastante pelusones, Son buenos para la talla, me hacen sentir joven, vital, uno más. El fútbol me gusta mucho, asistir a los estadios me está costando un poco más, pero me entretiene un montón.

¿Hincha de qué equipo? A los 82 años se podrá contar…

De Universidad de Chile, me gusta de los tiempos de Cruche, Balbuena, Ibañez. Después de Leonel, que debutó el 53. Para una pascua me regalaron el equipo. Debo haber tenido 11 o 12 años. Además, fui cadete entre los años 52 y 54.

Su suegra vivió hasta los 104 años, ¿se ve hasta esa edad?

Difícil, ojalá. Ella vivió con nosotros hasta sus últimos días. Pero la gracia es llegar, y bien parado.

¿Le da miedo el coronavirus?

No. Ojalá me resulte todo y no me agarre. Lo malo es que esto no se termina nunca porque ¡no hay vacuna po!

¿Y a la muerte?

No. No le tengo miedo. A medida que uno se va poniendo más viejo se da cuenta que tiene que llegarle en algún momento. La gracia es que llegue tranquilamente, que uno se quede dormido y chao. Lo mejor es que pase de un viaje.

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