• 23 DIC 2025

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Columna de Rodrigo Hernández: Londres 2012

La pregunta del millón es cuánta cuerda le queda a González. A este nivel, metido entre los veinte mejores del mundo, tranquilamente dos años, quizá tres. No olvidemos que quiere jugar sus terceros juegos olímpicos en Londres 2012. Y pretende llegar bien parado. Tendrá entonces 32 años.

Por Rodrigo Hernández desde Nueva York

Londres 2012

"Se empieza a terminar esto, eh", me comentaba el otro día Fernando González padre cuando sentados ambos en un sofá de la zona de jugadores veíamos el interminable ir y venir de tenistas, entrenadores, preparadores físicos, árbitros, agentes, voluntarios, parientes y amigos de los jugadores. Decenas y decenas de personas. Cada uno en su propio cuento. Todo un mundo aparte.

Es que Fernando cumplió 29 años y después de 11 temporadas en el tour es evidente que vive la segunda mitad de su carrera. El propio González lo tiene claro y en Canadá, medio en broma, medio en serio, dijo cuando se enteró que jugaba por segunda semana consecutiva ante el alemán Tommy Haas: que "es bueno jugar de vez en cuando con alguien mayor que yo, siempre soy el más viejo". Haas, ex dos del mundo en 2002, tiene 31 años.

La pregunta del millón es cuánta cuerda le queda a González. A este nivel, metido entre los veinte mejores del mundo, tranquilamente dos años, quizá tres. No olvidemos que quiere jugar sus terceros juegos olímpicos en Londres 2012. Y pretende llegar bien parado. Tendrá entonces 32 años.

A favor de la continuidad del "bombardero" entre los mejores del mundo juegan varios factores. Uno: el astuto diseño de su agenda. Juega menos de 20 torneos por año y cuida su físico. No se tienta con el cobro de garantías. Ese tiempo ya pasó. Además sabe que si le va bien en los torneos grandes las ganancias son igualmente suculentas. Dos: no padece –ni ha padecido– lesiones importantes. Tiene controlada la tendinitis que lo afecta en la rodilla derecha y los pequeños dolores que aparecen de vez en cuando no son de cuidado.

Volviendo a la charla con González papá, que decía que su hijo estaba entrando a la fase final de su carrera, le respondí que no se podía quejar, que Fernando había tenido grandes hitos y una regularidad increíble. "Sí –me contestó– pero su carrera pudo ser incluso mejor si no hubiese coincidido con Federer y Nadal".

Saben, Fernando González Ramírez tiene toda la razón. Si Federer hubiera sido un número uno parecido a Sampras, es decir, mal arcillero y no protagonista casi excluyente de los Grand Slam (ha disputado las últimas 21 semifinales) y Nadal no hubiera sido imbatible durante cuatro años en polvo de ladrillo, es un hecho que González tendría en su vitrina el abierto de Australia, más un par de torneos Master 1000 y hubiese picado más arriba en el ranking ATP (fue quinto durante 13 semanas en 2007).

Sé que las comparaciones son odiosas y muchas veces inconducentes, pero nutren el debate. En este caso, los números saltan a la vista. Ninguno de los líderes anteriores a Federer: Kuerten, Hewitt, Roddick y Ferrero establecieron el nivel de dominio del suizo, ni cerca. Y el que los escoltó –algunos de ellos mismos también– llegó a fijar una supremacía como la de Nadal en arcilla.

Este viernes González derrotó con autoridad al francés Josselin Ouanna (103°) y se medirá el domingo con el siempre peligroso Thomas Berdych (18°). El checo le ganó los últimos tres partidos y esta cancha favorece su saque y tiros rasantes. Será para el "bombardero" una verdadera prueba de fuego, un test de alto riesgo que le permitirá darse de qué es capaz estas dos semanas en Nueva York.

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