Investigadores descubren que fósil que se parecía a «La Cosa» es el huevo de la era de los dinosaurios más grande del que se tenga registro
El objeto, descubierto hace ocho años en la Antártica, fue un misterio hasta hoy.

El huevo y la cría que tenía en su interior.
Un increíble hallazgo, que pone fin a años de misterio, realizaron investigadores de la Universidad de Texas en Austin, de la Universidad de Chile y del Museo Nacional de Historia Natural.
Se trata del fósil de un huevo de mosasaurio, reptil marino que vivió hace más de 66 millones de años en la península Antártica, según se publicó esta jornada en la revista Nature.
Durante años al objeto se le conoció como «La Cosa», por la película de terror y ciencia ficción de John Carpenter de 1982, por su extraña apariencia, similar a una gran pelota de basquetball desinflada, como por el lugar donde fue encontrado, en 2011. Lo bueno es que, por suerte, no era un extraterrestre asesino.
Durante esa expedición, David Rubilar junto a Rodrigo Otero, exploraron un sector de la Isla Seymour donde se habían identificado múltiples restos de mosasaurios y plesiosaurios.
«En uno de estos lugares encontramos un gran cráneo de mosasaurio, y días después, a unos 200 metros, vimos una estructura negra que pensamos que era otro cráneo. Cuando la sacamos nos dimos cuenta de que era algo orgánico, tejido blando de alguna naturaleza, y empezamos a hipotetizar. Pensamos primero que podía ser un estómago de reptil marino o incluso un alga. Cuando llegamos al campamento preguntamos a los geólogos que nos acompañaban si habían visto algo similar y su cara de incertidumbre daba la respuesta, así que como no sabíamos lo que era, el paso siguiente fue llamarla ‘La Cosa'», relató Otero sobre el hallazgo, que se quedó como un fósil no identificado en el Museo Nacional de Historia Natural hasta el 2018, donde la investigadora de la Universidad de Texas en Austin, Julia Clarke lo conoció y quiso investigarlo.
Qué era «La Cosa»
La investigación determinó que el inusual cuerpo era el mayor huevo de la era de los dinosaurios del que se tenga registro, y el segundo más grande en la historia, después del huevo del «ave elefante», que habitó Madagascar hasta el siglo XVIII. Su masa estimada estaría cerca de los 6,5 kilos, y tendría unos 29 centímetros en su eje mayor y 20 en el menor. Su aspecto de pelota de goma desinflada fue clave para plantear que se trataba de un huevo blando eclosionado.
A través de microscopía electrónica de barrido, espectroscopía de rayos x y difracción, espectrometría y tomografías se descubrió que era un huevo de cáscara blanda, parecido a los que colocan lepidosaurios como lagartos, serpientes y tuátaras en la actualidad.

Mosasaurio saliendo de su huevo. Ilustración: Mauricio Alvarez
«Se hicieron dos estudios para identificar características del huevo y tamaños corporales de la madre. Uno de ellos permitió comprobar que el huevo era de cáscara blanda, una muy delgada además. El segundo analizó una gran cantidad de lepidosaurios para intentar estimar el tamaño de la madre en relación a las dimensiones del huevo, lo que arrojó un rango amplio, entre 7 y 17 metros», explicó Alexander Vargas, académico de la facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y director del Proyecto Anillo Registro Fósil y Evolución de Vertebrados, integrado por la Universidad de Chile, el Museo Nacional de Historia Natural y el Instituto Antártico Chileno (INACH).
«Gracias a este hallazgo ahora sabemos que existen huevos de cáscara blanda de este tamaño. La masa límite de estos es de 700 gramos, entonces viene a romper el esquema con sus 6.5 kilos, comparables a la masa del gran huevo del «ave elefante» de Madagascar y a los mayores huevos de los dinosaurios no aviares. Con este dato podemos comprender un poco más sobre la forma de reproducción de los grandes reptiles marinos de la era mesozoica», destacó Rubilar, jefe del área de paleontología del Museo Nacional de Historia Natural.
El fósil, bautizado como Antarcticoolithus bradyi, o «huevo de piedra antártico tardío», también es especial porque la regla general en el caso de los fósiles «es que se preserven sólo aquellos de cáscara dura, mientras que los huevos de cáscara blanda, compuestos principalmente de una capa proteica, tienden a descomponerse con facilidad, y no quedar preservados como fósiles», agregó el investigador.

Reconstrucción del hábitat de «La Cosa». Ilustración: Francisco Hueichaleo
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