“Me estaba haciendo daño a la salud”: mujer que denunció a mascota por ladrar detalla razones
El testimonio de una mujer de 91 años fue clave para que el tribunal ordenara medidas contra los ladridos del perro.

Getty Images REFERENCIAL / alexei_tm
La Corte de Apelaciones de Concepción acogió el recurso de protección presentado por una adulta mayor de 91 años, luego de constatar que los ladridos constantes del perro de una vecina estaban afectando gravemente su salud y su vida cotidiana.
El fallo, dictado de manera unánime, calificó la situación como un caso de “violencia sorda”, al estimar que la exposición permanente a ruidos molestos vulneró derechos fundamentales de la denunciante.
La mujer, identificada como Luz y residente en la comuna de Hualpén, relató que los ruidos persistentes alteraron profundamente su rutina diaria.
“El perro me produce trastornos que perturban mi día a día, porque a veces no recuerdo qué estoy haciendo”, señaló según lo recogido por 24 Horas, dando cuenta del impacto que el estrés y la falta de descanso tuvieron en su bienestar físico y psíquico.
Según explicó, la decisión de acudir a la justicia no fue inmediata, sino que surgió tras recibir orientación médica. “En la urgencia del Hospital Higueras me dijeron que denunciara esta situación, porque me estaba haciendo daño a la salud”, relató. A partir de esa recomendación, presentó el recurso que finalmente fue acogido por el tribunal de alzada.
En su resolución, la Corte sostuvo que los ruidos constantes no solo afectan el descanso, sino que pueden provocar ansiedad, estrés y agravar enfermedades preexistentes, especialmente en personas de edad avanzada. Bajo ese criterio, estimó que existió una vulneración al derecho a la salud y a una vida digna de la adulta mayor.
El fallo también abordó la Ley de Tenencia Responsable de Mascotas, recordando que si bien esta protege el bienestar animal, también impone obligaciones a los dueños para evitar molestias o daños a terceros. Tras aplicar un criterio de proporcionalidad, el tribunal concluyó que la protección del animal no puede prevalecer cuando existe una afectación grave y comprobada a una persona.
Por ello, se ordenó a la dueña del perro adoptar medidas concretas y eficaces para evitar nuevos episodios de ruidos molestos, incluyendo, de ser necesario, el acondicionamiento acústico del lugar donde permanece el animal, bajo advertencia de sanciones en caso de incumplimiento.
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