Billy Idol en Santiago: una noche íntima para fanáticos que vibraron con cada clásico
En un Movistar Arena a media capacidad, pero con un público apasionado, Billy Idol ofreció un concierto cercano, eléctrico y cargado de nostalgia, donde revivió sus himnos junto a una audiencia de todas las edades.

Créditos: @dgmedios y @andieborie / AndieBorie
Santiago
Billy Idol salió a escena entre gritos, palmas y espacios abiertos en la cancha de un Movistar Arena que, aunque no llenó su aforo, sí reunió a un público dispuesto a vivir un show íntimo y directo al corazón del rock. “Es fantástico estar aquí en Santiago”, lanzó el cantante apenas pisó el escenario, marcando de inmediato el tono cálido y comunicativo que mantendría toda la noche.
La jornada abrió con Still Dancing y Cradle of Love, para luego desatar la energía colectiva con Flesh for Fantasy, donde el coro “Flesh, flesh, flesh” retumbó con los puños en alto. Mientras tanto, las gráficas animadas reforzaban la estética del show y daban vida al fondo del escenario. “¿Quieren divertirse esta noche?”, preguntaba Idol, jugando con la audiencia entre tema y tema.
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La guitarra de Steve Stevens brilló especialmente en la entrada de Eyes Without a Face, generando un respiro emocional que conectó de inmediato con el público. Idol presentó al guitarrista como “un maestro”, destacando su precisión y experiencia. También tuvieron protagonismo las coristas, muy participativas y esenciales en temas que requieren armonías amplias, como este clásico. Incluso surgió la broma espontánea entre el público: “¿Dónde está la corista (Jessica) de Billy para ir a su concierto solista?”.
La noche avanzó con un cover potente de Gimme Shelter (Rolling Stones) y con Ready Steady Go de Generation X, que encendió a los asistentes entre saltos y coros. Más tarde, Rebel Yell llegó acompañada de una anécdota inédita sobre los Rolling Stones y la frase que terminó bautizando el icónico tema. El clímax continuó con Dancing with Myself, donde Idol regresó con su clásico abrigo largo y el torso descubierto, gritando una y otra vez “Santiago, Chile”, mientras la gente respondía con “Olé, olé, olé, Billy”.
En los momentos finales, el músico lanzó un improvisado “Hot in Santiago Tonight”, coreado como “Hot in the City”. Antes de People I Love, recordó a sus padres: “Mis papás no podían entender cómo yo quería dejar el colegio y unirme a una banda de punk rock”. El cierre llegó con White Wedding, coronando una fiesta que, aunque no llenó el recinto, sí dejó la sensación de haber sido hecha especialmente para quienes estuvieron ahí.
“De alguna u otra manera hicieron que mi noche fuera fantástica”, agradeció Billy Idol al final. Y el Movistar Arena, encendido, se lo devolvió con la misma devoción.
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