El costo invisible de la inteligencia artificial: más centros de datos, más consumo y más tensión energética
Especialistas ya ponen los ojos en el potencial impacto del crecimiento de la IA en el sistema eléctrico.
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La inteligencia artificial avanza a un ritmo vertiginoso, pero su crecimiento tiene un costo que pocas veces se discute: el energético.
Detrás de cada chatbot, algoritmo generativo o recomendación personalizada, hay data centers que funcionan sin descanso, consumiendo electricidad a una escala sin precedentes.
Según estimaciones de Accenture, para 2033 estos centros podrían llegar a representar hasta el 23% del consumo eléctrico total de Estados Unidos, una cifra alarmante si se considera que en 2023 ya demandaron 176 teravatios hora (TWh).
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En apenas una década, la cifra podría triplicarse, impulsada principalmente por el auge de la IA generativa, ocupando un espacio cada vez mayor.
“El sistema de transmisión actual no está preparado para una expansión tan acelerada ni tan descentralizada geográficamente”, advierte Belén Arce, líder de Sostenibilidad de Accenture.
“Y si bien las energías renovables son clave para la transición, hoy por hoy no alcanzan a cubrir una demanda de esta magnitud”, complementó.
Gigantes tecnológicos en busca de soluciones
Ante este escenario, los grandes actores del sector (como Google, Meta y Microsoft) están moviendo fichas. Además de invertir miles de millones en energías limpias, exploran fuentes alternativas como los pequeños reactores nucleares modulares (SMRs) y plantas a gas natural co-localizadas con sus propios centros de datos.
Estas soluciones permitirían bypassear la red eléctrica tradicional y asegurar un suministro constante, una ventaja crucial en un entorno donde los segundos de inactividad se traducen en pérdidas millonarias.
Pero el impacto de esta carrera tecnológica no se limita a Silicon Valley. Las empresas eléctricas también enfrentan un nuevo desafío: adaptar una infraestructura pensada para otro siglo a las exigencias de la era digital.
Desde Accenture proponen un cambio de paradigma: abandonar los modelos tradicionales y avanzar hacia una gestión inteligente, resiliente y colaborativa de la red.
Esto incluye actualizar las redes eléctricas con tecnologías inteligentes, implementar tarifas dinámicas que premien el consumo eficiente y planificar de manera conjunta con los “hyperscalers” las zonas donde se ubicarán los futuros data centers.
Además, la consultora plantea la necesidad de acelerar los permisos de conexión sin descuidar la seguridad, y de atraer inversiones en regiones con disponibilidad energética, tierras aptas, conectividad robusta y talento técnico calificado.
América Latina: una oportunidad estratégica
En América Latina, la presión energética de la inteligencia artificial todavía no alcanza los niveles de Estados Unidos o Europa, pero el debate ya comenzó. En Argentina, por ejemplo, distintos sectores advierten sobre el potencial impacto del crecimiento de la IA en el sistema eléctrico.
Aun así, el panorama regional ofrece oportunidades: varios países podrían convertirse en nuevos polos de infraestructura digital, gracias a sus costos energéticos competitivos y abundantes recursos renovables.
La expansión de los data centers parece imparable. Pero, como resume Arce, el gran desafío será “construir una infraestructura energética robusta, sostenible y escalable, capaz de sostener las ambiciones tecnológicas del presente y del futuro”.