• 06 DIC 2025

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De niña a deidad: la pequeña de 2 años y 8 meses que fue declarada “diosa” en Nepal

Ananta Shakya cuenta que su esposa soñó con la deidad antes del nacimiento; la familia gana prestigio, pero la niña sólo saldrá en contadas festividades.

De niña a deidad: la pequeña de 2 años y 8 meses que fue declarada “diosa” en Nepal / NurPhoto

En plena temporada de festivales, Katmandú recibió este martes a su nueva Kumari: Aryatara Shakya, una niña de 2 años y 8 meses que fue trasladada por su familia desde su casa en un estrecho callejón hasta el palacio-templo donde vivirá durante los próximos años. La pequeña reemplaza a Trishna Shakya —entronizada en 2017 y hoy con 11 años— quien, según la tradición, vuelve a la vida “mortal” al alcanzar la pubertad.

Elegidas entre los clanes Shakya de la comunidad newar del valle de Katmandú, las kumaris son veneradas por hindúes y budistas. La selección exige criterios estrictos: piel, cabello, ojos y dientes “impecables”, ausencia de cicatrices y valentía —no deben temer a la oscuridad—. “Ayer era solo mi hija, pero hoy es una diosa”, dijo su padre, Ananta Shakya, quien relató que durante el embarazo su esposa soñó que la niña sería una deidad.

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La proclamación coincide con Dashain, el principal festival hindú (15 días) que celebra la victoria del bien sobre el mal, y sigue al Indra Jatra, cuando la antigua Kumari fue paseada en una carroza. Vestida de rojo, con el cabello recogido en moños y un “tercer ojo” pintado en la frente, la nueva diosa recibió ofrendas de flores y dinero, mientras devotos hacían fila para tocar sus pies con la frente, el más alto gesto de respeto. Este jueves, Aryatara otorgará bendiciones que incluirán al presidente del país, informa AP News.

Ser Kumari otorga prestigio a la familia dentro del clan, pero también implica una vida altamente restringida: la niña reside en el palacio del templo, sale solo en contadas festividades y convive con muy pocas compañeras de juego. La reintegración a la vida cotidiana puede ser difícil para las ex kumaris —aprender tareas domésticas o asistir a una escuela regular— y persiste un folclore que desalienta su matrimonio al afirmar que los esposos “mueren jóvenes”.

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En años recientes, la tradición se ha modernizado: las kumaris pueden recibir educación con tutores privados dentro del palacio e incluso ver televisión. Además, el gobierno otorgó un estipendio mensual a las ex deidades, cercano a US$110, ligeramente por encima del salario mínimo, para apoyar su transición tras dejar el trono sagrado.

La entronización de Aryatara renueva un ritual único en el mundo, donde la divinidad se encarna en la infancia y donde fe, identidad cultural y debates contemporáneos sobre derechos de la niñez conviven cada temporada de festivales en el corazón de Katmandú.

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