Científicos descubren agua dulce “secreta” bajo el océano Atlántico
El interés por fuentes no convencionales crece en un contexto de estrés hídrico: la ONU proyecta que en cinco años la demanda global de agua superará la oferta en 40%.
(Foto AP/Carolyn Kaster) / Mario Vergara
Un equipo científico internacional confirmó la presencia de un masivo acuífero de agua dulce bajo el lecho marino frente al noreste de Estados Unidos, desde Nueva Jersey hasta Maine. La Expedición 501, financiada por la Fundación Nacional de Ciencias de EE.UU. y el Consorcio Europeo para Perforaciones de Investigación Oceánica, perforó durante tres meses frente a Cape Cod y recuperó cerca de 50.000 litros de agua para análisis en laboratorios de varios países.
El hallazgo da seguimiento a una sorpresa de hace medio siglo: perforaciones del buque “Glomar Conception” (1976) y un pozo de prueba en Nantucket ya habían detectado agua de baja salinidad bajo la plataforma continental. En 2015, un mapeo electromagnético de Woods Hole y Lamont-Doherty delineó un “enorme sistema acuífero marino” en la zona. La 501 es la primera campaña que perfora sistemáticamente el fondo marino (hasta ~400 metros) para muestrearlo de forma directa.
“Necesitamos explorar todas las posibilidades para encontrar más agua para la sociedad”, afirmó Brandon Dugan, codirector científico de la misión y profesor en la Escuela de Minas de Colorado. En el primer sitio perforado, las muestras registraron salinidades de apenas 4 partes por mil (ppt), muy por debajo del agua de mar (≈35 ppt); en sondeos siguientes se obtuvieron valores cercanos e incluso inferiores a 1 ppt, rango compatible con agua potable tras tratamiento. “Cuatro partes por mil fue un momento eureka”, dijo Dugan, al sugerir conexión pasada o presente con sistemas subterráneos continentales.
El equipo busca ahora datar el agua y precisar su origen: si proviene del derretimiento glacial de hace miles de años, de flujos subterráneos actuales desde tierra firme, o de una mezcla de ambos. “Más joven significa que era una gota de lluvia hace 100 o 200 años… si es joven, se está recargando”, explicó Dugan. La edad determinará si el recurso es renovable o finito, y, por tanto, su eventual uso responsable.
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Los científicos también caracterizarán la microbiología y la geoquímica del acuífero. “Este es un entorno nuevo que nunca se ha estudiado antes”, señaló Jocelyne DiRuggiero, bióloga de Johns Hopkins, quien advirtió que el agua podría contener minerales indeseables tras filtrarse por sedimentos, del mismo modo que en acuíferos terrestres que suelen alcanzar alta calidad con el tratamiento adecuado.
El potencial es enorme —estimaciones preliminares sugieren volúmenes capaces de abastecer por siglos a una gran metrópolis—, pero también lo son las incógnitas técnicas, ambientales y legales: quién administra el recurso, cómo extraerlo sin salinizar o afectar ecosistemas del fondo marino (el flujo subterráneo aporta nutrientes), y si resultaría más costo-eficiente y limpio que la desalinización. “Si empezáramos a bombear estas aguas, casi con toda seguridad habría consecuencias imprevistas”, advirtió Rob Evans, geofísico de Woods Hole, partidario de avanzar con “mucho equilibrio” antes de cualquier explotación.
El interés por fuentes no convencionales crece en un contexto de estrés hídrico: la ONU proyecta que en cinco años la demanda global de agua superará la oferta en 40%; el ascenso del nivel del mar presiona acuíferos costeros; y sectores intensivos en datos consumen cada vez más agua de proceso. Casos como la crisis de Ciudad del Cabo (2018) y reportes de acuíferos submarinos en diversas costas (Canadá, Hawái, Indonesia, Sudáfrica) ilustran la urgencia y la oportunidad.
Tras completar la campaña a bordo del liftboat “Robert”, el consorcio científico analizará durante seis meses la batería de muestras y se reunirá luego en Alemania para integrar resultados y publicar los primeros hallazgos sobre edad, recarga y extensión del acuífero. Solo entonces podrá discutirse con evidencia si esta “agua dulce secreta” puede convertirse, con salvaguardas, en una reserva estratégica para tiempos de sequía extrema o emergencias costeras.
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