Antofagasta: elevan indemnización a familia de niña fallecida por error médico en Taltal
Un diagnóstico errado desvió el tratamiento; el tribunal elevó el daño moral para padres y hermanas de la niña fallecida en 2020.
La historia comenzó un 29 de mayo de 2020, en plena urgencia del Hospital 21 de Mayo de Taltal. Ignacia Martina, cinco años, llegó con signos de asfixia y el antecedente claro que sus padres refirieron: un posible cuerpo extraño obstruyendo la vía respiratoria. Lo demás fue una cadena de decisiones erradas que la justicia calificó, años después, como una falta de servicio “extremadamente grave”. Esta semana, la Corte de Apelaciones de Antofagasta no solo confirmó la responsabilidad del Servicio de Salud Antofagasta: también elevó la indemnización total a $196.000.000 para sus padres y hermanas.
El fallo ratifica la sentencia del Tercer Juzgado Civil de Antofagasta, pero ajusta al alza los montos. Ordena pagar $6.000.000 por daño emergente a ambos padres en conjunto; $65.000.000 por daño moral a cada uno de los padres; y $30.000.000 por daño moral a cada hermana de la niña.
El núcleo del caso está en un diagnóstico perdido entre la premura y la impericia. Según el tribunal, pese a la información aportada por los padres y la sintomatología evidente de asfixia, el médico de turno, Vicente Tórtora Morel, descartó la obstrucción por cuerpo extraño y optó por un “cuadro postictal” –la fase posterior a una convulsión–. Esa hipótesis, incorrecta, desvió el manejo clínico, abrió la puerta a procedimientos inconducentes y a fármacos que nada tenían que ver con el problema real que comprometía la vida de la menor.
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La Corte fue tajante: la muerte era “totalmente evitable” si se hubiesen adoptado “las acciones mínimas de comprobación del diagnóstico definitivo”. La omisión no fue un matiz técnico sino el corazón de la falta de servicio: en una urgencia respiratoria pediátrica, la primera obligación es despejar –literalmente– la vía aérea o, al menos, confirmar o descartar la obstrucción con la rapidez que el caso exige.
El fallo no solo mira el error médico: mira el tiempo. “Las largas horas” que Ignacia permaneció en el hospital, con asfixia evidente, sometida a tratamientos que no correspondían, constituyen –a juicio del tribunal– un sufrimiento que “impresiona”, tanto en la niña como en su familia. Ese sufrimiento, dice la sentencia, agrava el daño moral y justifica elevar las indemnizaciones.
La justicia civil suele hablar en cifras, pero detrás de cada monto hay una escena: padres que llegaron con una sospecha precisa, un equipo que no la tramitó como debía y una niña que pudo haber vivido. Por eso, la Corte subraya la gravedad de la negligencia: no se trató de un diagnóstico difícil de desenredar, sino de un protocolo básico que debió activarse y no se activó.
El estándar de atención no es un tecnicismo
El Servicio de Salud Antofagasta queda así condenado a responder patrimonialmente por la falta de servicio del Hospital de Taltal. Para la familia, la sentencia no repara la pérdida, pero reconoce el dolor: fija responsabilidades, describe lo que falló y deja una advertencia de política pública que suena más fuerte que cualquier cifra: en urgencias pediátricas, la duda clínica se resuelve mirando la vía aérea primero.
La resolución también funciona como espejo para el sistema: protocolos, formación, supervisión y trazabilidad de decisiones en la primera línea. La crónica de Ignacia Martina recuerda, con una nitidez incómoda, que en salud la omisión también mata, y que el estándar de atención no es un tecnicismo: es la diferencia entre volver a casa o no.