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La radical alza en los precios de casas y departamentos en Chile: esto costaban hace solo una década

El Banco Central estrenó un nuevo indicador que busca medir el valor de las viviendas en Chile.

Crédito hipotecario en UF

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El mercado inmobiliario chileno acaba de recibir un espejo menos empañado. El Banco Central estrenó el Valor de Mercado de la Vivienda (VMV), un indicador que busca decir en voz alta lo que hasta ahora se murmuraba entre tasaciones, portales y promesas: cuánto valen realmente las casas y departamentos en el país. La novedad no solo ordena la conversación pública; también entrega un mapa nítido de los precios y sus distancias.

La fotografía de 2024 es elocuente: una vivienda promedio cuesta $92,2 millones, cifra que sube 8% frente al año anterior. Dicho así, parece una estadística más. Pero en la práctica significa ahorros estirados, créditos más largos y decisiones pospuestas. El VMV, construido con registros administrativos innominados del SII, se aleja de encuestas y muestrarios convenientes; aquí los datos nacen de operaciones reales, con nombre y número, pero sin rostro.

La diferencia entre llaves también tiene apellido. Los departamentos encabezan la escalera, con un valor promedio de $116,7 millones, más del doble de lo que costaban en 2012. Las casas se ubican en $84,9 millones, y aun así muestran una subida que impresiona: más de 170% en la última década. Si el ladrillo fue alguna vez sinónimo de seguridad, hoy además es sinónimo de precio en ascensor.

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El VMV también dibuja el país con regla y compás. En la Región Metropolitana, una vivienda promedio escala a $122,6 millones; en el centro-sur, los valores bordean los $68 millones. No es solo geografía: son salarios, conectividad, oferta de suelo y el viejo magnetismo de la capital. La pendiente de acceso a la vivienda, para muchos, cambia tanto como el clima entre cordillera y mar.

Para hogares que ya compraron, este indicador puede sonar a confirmación: su patrimonio subió en el papel. Para quienes buscan, es un jarro de agua fría templada: transparenta que el precio sigue corriendo más rápido que la capacidad de ahorro. Y para la política pública, abre una puerta largamente peregrinada: medir mejor para diseñar subsidios, regular arriendos e incentivar oferta donde más falta hace.

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Banco Central / Mario Andrés Vergara Escobar

La virtud del VMV es metodológica y, a la vez, política. Al usar datos del SII —ventas efectivamente escrituradas— entrega una vara consistente en el tiempo y comparable entre regiones y tipos de inmueble. No es una solución al problema de acceso, pero sí un idioma común para discutirlo, lejos del ruido y cerca de la evidencia.

Con un mercado presionado por tasas, costos de construcción y suelo escaso, el nuevo termómetro del Banco Central llega como esos paneles de aeropuerto que por fin muestran el estado del vuelo: confirmado, retrasado, en puerta. El desafío, ahora, es que las políticas y el crédito no se queden mirando la pantalla, y salgan a la pista.

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