El mundo al revés: la medida anunciada por Donald Trump por la que lo acusan de “socialista”
El presidente de EE. UU. asegura que la operación beneficia a contribuyentes y empleo; críticos advierten que el Estado no debe elegir ganadores en el mercado ni dirigir la estrategia corporativa.

Donald Trump / Anadolu
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, defendió la decisión de convertir fondos previamente comprometidos bajo la Ley CHIPS en una participación de 10% en Intel, y aseguró que la operación no será un hecho aislado. “Haré tratos como ese todo el día”, escribió en Truth Social, al afirmar que buscará “obtener todo lo que pueda” mediante acuerdos similares con compañías consideradas claves para la seguridad y la competitividad del país.
La medida, que transforma US$11.100 millones en acciones, supone un giro frente a la ortodoxia republicana que rechaza que el gobierno “elija ganadores y perdedores” en el mercado. Voces conservadoras criticaron el movimiento. El senador Rand Paul calificó la operación como un paso “hacia el socialismo”, mientras que el senador Thom Tillis cuestionó su coherencia con el libre mercado. Desde el ámbito académico, Scott Lincicome (Cato Institute) advirtió que el nuevo control público podría inducir decisiones para complacer a la Casa Blanca, con riesgos para la innovación.
En paralelo, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, señaló que contratistas de defensa podrían ser los próximos candidatos a un esquema similar, dada la relevancia del sector y la condición del gobierno como cliente principal. El principal asesor económico de la Casa Blanca, Kevin Hassett, adelantó que el presidente estudia crear un fondo soberano que invierta capital público en empresas estratégicas, ampliando la caja de herramientas más allá de subsidios o créditos blandos.
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Tras el anuncio, Intel reconoció ante sus inversionistas que la presencia del Estado en su propiedad podría ahuyentar clientes extranjeros reacios a tratar con una firma con participación gubernamental estadounidense. La tecnológica, que se quedó al margen del boom inicial de la IA, acumula pérdidas superiores a US$22.000 millones desde 2023 y advirtió de la posibilidad de nuevas presiones comerciales. La acción subió inicialmente y luego retrocedió levemente el lunes y martes.
El movimiento se inscribe en una estrategia más amplia de intervención selectiva: la Casa Blanca pactó una “acción de oro” para condicionar la adquisición de US Steel por Nippon Steel, invirtió US$400 millones para convertirse en el mayor accionista de MP Materials (tierras raras) y acordó con Nvidia y AMD una comisión de 15% sobre ventas de ciertos chips a China. Un funcionario del Ejecutivo sostuvo, bajo reserva, que son medidas puntuales justificadas por razones de seguridad nacional.
Los críticos recuerdan que el presidente ya ha aplicado aranceles elevados, ha presionado a multinacionales por decisiones de producción y ha intervenido en precios y recetas de consumo masivo. Para el ex funcionario de Comercio James Secreto, el riesgo es que el gobierno “sea responsable del éxito o fracaso de Intel” y condicione la gestión a resultados bursátiles de corto plazo. Aun así, el senador Bernie Sanders respaldó el principio de recibir “una rentabilidad razonable” si hay dinero público en grandes corporaciones.
La administración Biden había otorgado a Intel miles de millones bajo CHIPS para expandir capacidad fabril en EE. UU. con la meta de producir 20% de los chips avanzados en 2030. Trump replicó que la conversión en capital no costó extra al contribuyente y que cualquier apreciación accionaria “enriquece a Estados Unidos”. El desenlace dependerá de si la mayor tutela estatal acelera la recuperación de Intel sin erosionar su competitividad global ni su cartera internacional.
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