Transferencias electrónicas: el popular método en Chile que aún no logra integrarse al comercio
Este método sigue enfrentando trabas estructurales que impiden su consolidación como herramienta de inclusión financiera.
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A pesar del notable crecimiento en su uso, las transferencias electrónicas aún no logran consolidarse como una herramienta eficiente para el comercio formal en Chile.
La falta de interoperabilidad, la dependencia de procesos manuales y las restricciones normativas siguen limitando su potencial, especialmente para pequeños emprendedores que buscan integrarse al sistema financiero.
Durante 2024 se realizaron más de 1.482 millones de transferencias electrónicas de fondos (TEF) en el país, por un monto cercano a los $318 mil millones de dólares.
Esto representa un aumento del 22 % respecto al año anterior, lo que evidencia la masificación de este medio de pago entre los chilenos. Sin embargo, esa expansión no ha venido acompañada de una mayor formalización de su uso en el comercio.
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Jorge Vives, gerente de Nuevos Negocios de ProntoPaga, advierte que “las TEF no fueron diseñadas como medio de pago, sino como una vía para transferencias entre personas”.
Según explica, esto genera fricciones en la experiencia de compra y limita su utilidad para los comercios, especialmente los de menor tamaño.
Si bien las transferencias son rápidas, accesibles y de bajo costo, su uso formal en el comercio presenta múltiples barreras operativas. Los negocios deben ingresar los datos manualmente, confirmar pagos sin automatización y muchas veces operar en contextos informales.
Esto no solo complica la trazabilidad, sino que impide que esos flujos sirvan de base para acceder a financiamiento.
Normativa restrictiva y salida tecnológica
Uno de los grupos más excluidos del sistema financiero son los emprendimientos que se encuentran en primeras etapas o sin inicio de actividades.
Bajo la normativa actual, una persona natural puede recibir solo hasta 50 transferencias mensuales, lo que limita el crecimiento de pequeños negocios que no pueden costear sistemas de pago tradicionales.
Desde el ecosistema fintech, se han propuesto soluciones como los códigos QR dinámicos e interoperables, que permiten recibir pagos desde cualquier banco o billetera digital sin necesidad de terminales costosos ni infraestructura adicional.
A esto se suman herramientas como las notificaciones automáticas de pago, que ayudan a la conciliación y reducen errores humanos.
“Aunque el término ‘inclusión financiera’ suene trillado, soluciones como los QR dinámicos interoperables permiten que más comercios acepten pagos sin altos costos, reduciendo la informalidad y facilitando la trazabilidad”, señala Vives.
Además, destaca que estas herramientas abren la puerta a una mayor digitalización de sectores tradicionalmente excluidos.
No obstante, el modelo bancario actual mantiene incentivos que favorecen los pagos con tarjeta, debido a los mayores ingresos que estos generan frente a las transferencias.
“El rol de la industria financiera debe ser más colaborativo, reconociendo que el mercado está avanzando hacia soluciones más flexibles e instantáneas”, añade el ejecutivo.
Un modelo ya aplicado
Ejemplos de transformación ya se observan en otros países de la región. En Brasil, el sistema Pix; en México, CoDi; y en Colombia, Bre-B, han convertido las transferencias digitales en bienes públicos mediante políticas estatales. En todos estos casos, los bancos centrales han sido actores clave en su regulación y desarrollo.
En el caso chileno, avanzar hacia un modelo similar requeriría una reforma regulatoria que garantice la interoperabilidad entre plataformas y defina un marco de red compartida y sostenible.
Mientras tanto, muchos comercios comienzan a adoptar por su cuenta soluciones tecnológicas ofrecidas por startups financieras, que buscan cerrar las brechas del sistema tradicional.
El desafío está en que todo el ecosistema apueste por una transformación que permita que las transferencias electrónicas dejen de ser solo un método de pago entre personas y se conviertan en una verdadera herramienta de inclusión financiera.