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La histórica inauguración de la Gran Sala Sinfónica Nacional: Chile por fin tiene un espacio de conciertos

El anhelado espacio para la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile tuvo su primer concierto, donde bajo la dirección de Maximiano Valdés se interpretó la Novena Sinfonía de Beethoven.

La histórica inauguración de la Gran Sala Sinfónica Nacional: Chile por fin tiene un espacio de conciertos

Chile por fin tiene una sala de conciertos. En el sentido de un espacio exclusivo de acústica natural, que es esencialmente para la música, y que es precisamente una sala y no un teatro.

La Gran Sala Sinfónica Nacional, proyectado anunciado hace más de diez años por el Centro de Extensión Artístico y Cultural de la U. de Chile (CEAC) tuvo su concierto inaugural para invitados y autoridades en el recién abierto complejo de Vicuña Mackenna 20, de la casa de estudios estatal.

Precisamente la rectora de la universidad, Rosa Devés, encabezó este momento histórico, frente a la presencia del Presidente de la República, Gabriel Boric. Ambos dijeron sentidas palabras sobre el contexto histórico de esta inauguración y la importancia de la cultura en la sociedad.

La moderna arquitectura y el diseño de madera, especialmente pensado para las necesidades de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, deslumbraron a los presentes, quienes pudieron apreciar cómo debe sonar realmente una agrupación de estas características. Recordemos que el conjunto estatal se presentó durante cuatro décadas en el Teatro U. Chile de Plaza Italia, cuya acústica era seca, desbalanceada, limitada.

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Ahora es otra cosa. Un salto estratosférico que se apreció desde la primera pieza, la muy jubilosa Obertura Festiva Op.21 del recordado maestro chileno Juan Orrego-Salas (1919-2019), selección musical fiel al espíritu de la OSNCH de promover a nuestros compositores.

Nombres propios musicales

Maximiano Valdés, uno de los directores de orquesta chilenos más experimentados y de prestigio internacional, tuvo la responsabilidad de dirigir a los músicos en un concierto que de inmediato se anota como un hito importantísimo en la historia musical chilena.

Luego de la obra de Orrego-Salas, quien fuera Premio Nacional de Música en 1992, vino la icónica Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Toda la riqueza de esta partitura fue el marco ideal para apreciar el potencial de la sala, dado la enorme cantidad de matices, volúmenes y colores que allí aparecen. Y también la voz humana, ya que por supuesto para el gran final coral de esta obra, estaba presente el Coro Sinfónico U. Chile, preparado por Juan Pablo Villarroel.

El cuarteto de solistas, conformado por Carolina García-Valentín (soprano), María Luisa Merino (mezzosoprano), Gonzalo Quinchahual (tenor) y Cristian Lorca (barítono), estuvo a la altura, y de esperar que sigan apareciendo a futuro en las temporadas de la OSNCH para obras de este tipo.

A nivel general, cada nota y cada voz se escucharon con claridad y precisión, permitiendo al público apreciar plenamente la profundidad de esta música, de este gran monumento musical, que sugiere fraternidad y gozo. La atención meticulosa al detalle de la Gran Sala permitió que la música se desarrollara de manera natural y fluida.

La orquesta de todos los chilenos se queda en este maravilloso espacio, y ya vienen los próximos conciertos, viernes y sábado de las semanas siguientes, que contarán con los directores invitados Josep Caballé, Luis Toro Araya y Helmuth Reichel en las siguientes semanas. Las entradas se pueden comprar en www.ticketplus.cl.

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