REVIEW. 30 años de “La Espada & la pared”: La madurez de un disco fundamental
Con casi todas las localidades repletas, Los Tres celebraron este sábado en el Movistar Arena los 30 años de La espada y la pared, su emblemático tercer álbum. La banda penquista ofreció un concierto cargado de nostalgia y energía, donde interpretaron el disco completo en el mismo orden original, tal como fue concebido en 1995.

Santiago
Tal como abre el disco fue el inicio del concierto, en que Los Tres interpretaron en vivo uno de los discos más importantes de su carrera. “Déjate caer”, una canción sin intro, que va directo al verso, fue el modo perfecto para abrir un viaje sonoro que desde un principio era una invitación a un espacio onírico lleno de música, teatralidad y, por cierto, recuerdos.
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La escenografía, que tenía la imagen del retrato de Nadia Repina del pintor ruso Iliá Repin, acompañó las primeras canciones del álbum, para luego dar paso a las columnas y capiteles donde transcurre el video de la canción que da nombre al disco. De tanto en tanto, era imposible no sentir que se estaba dentro de un mundo paralelo, las pantallas eran marcos fotográficos antiguos con filigranas. Con estos detalles, el show parecía una proyección de una dimensión en donde la música lo era todo.
“Hojas de té” y “La espada & la pared” generaron los primeros coros masivos de la audiencia, que al menos en la zona central de cancha estaba absorta ante la experiencia de ver y oír el disco más importante de la banda como una obra de arte de principio a fin.
Las tres primeras canciones del show han sido parte del setlist histórico de la banda; hasta ahí solo se disfrutaba la propuesta. Pero los más fanáticos sabían que un momento clave estaba por venir: “Dos en uno”, una canción que estaba en el olvido dentro de su setlist y volvió con nuevos bríos. La clave funk y la letra —que bien podría ser una versión sin censura de “Amor violento”— dejaron satisfechos a los fans más clásicos y sorprendieron a quienes no la conocían.

Guillermo Salazar/IG: @guilleasalazar
Luego fue el turno de “Tírate”, quizás una de las canciones más tocadas por Los Tres, que ha tenido múltiples variantes en su sección central con el solo de guitarra de Ángel Parra. En esta oportunidad no fue la excepción: una sección instrumental extendida, marcada por el blues, se llevó los aplausos.
Ya en la sección central del disco fue el turno de “Te desheredo”, una composición que toca la fibra. Es, quizás hasta este punto del show, uno de los momentos más introspectivos: ese viaje por el infierno con tiempo de sobra, con un telón de color rojo de fondo y los golpes certeros de Pancho Molina en los coros distorsionados, sumados a la guitarra con delay de Ángel Parra, generó un ambiente especial en el Movistar.
En este punto del show se produjo una de las grandes sorpresas de la noche: Gepe fue invitado a cantar “Partir de cero”, una canción con una letra desafiante, bastante ácida, que increpa a un interlocutor con total desfachatez y autoridad. El tono y la onda de la fusión con las nuevas generaciones cumplieron a cabalidad.

Guillermo Salazar/IG: @guilleasalazar
“Moizefala” fue interpretada también con Gepe, pero esta vez compartiendo el micrófono con Álvaro Henríquez en estrofas y coros. Las voces del público del Movistar se hacían sentir fuerte.
Quizás uno de los momentos más particulares fue ver y escuchar el instrumental “V & V”, una canción en donde la melodía propone la posibilidad de imaginar, de transportarse hacia un espacio distinto. En el podcast Cuerdas al aire, Pancho Molina recordó cómo largas horas de jam en Concepción allanaron el camino para canciones en donde, sin voz, la melodía se sostiene por sí sola.
Este viaje, con el contrabajo de Titae, la rítmica de Henríquez, la batería con plumillas de Molina y la guitarra con slide de Parra, era el puente preciso para trasladarnos a un punto más íntimo, más reposado, más denso también. Era el turno de “Me rompió el corazón”, una composición que tuvo una ejecución sublime en este concierto aniversario. Los instrumentos electroacústicos obligaron a una escucha atenta, emotiva, respetuosa: el público estaba absorto en la oscuridad.

Guillermo Salazar/IG: @guilleasalazar
La versión corta de “La espada…” no se tocó en esta oportunidad: se reservó como un guiño especial para quienes conocen el álbum de punta a cabo.
Tras el cambio de instrumentos, la ganancia de los amplificadores a tubos inmediatamente anunciaba lo que venía: la versión rock de “Tu cariño se me va”, de Buddy Richard. Aquí terminó la primera sección del show.
Hubo quienes esperamos por una versión en vivo de “All Tomorrow’s Parties”, pero no ocurrió. Nos consolamos con la versión del disco, con fotos del recuerdo sobre el proceso de grabación como telón de cierre.
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El primer encore vino en clave rock: “Gato por liebre” y “La torre de Babel” movieron al público. Para los fanáticos del disco Fome (1997), hubo aquí un regalo: “Olor a gas” y “De hacerse se va a hacer”, con la formación original de la banda, un lujo. Este bloque se cerró con “Amor violento”, en donde Ángel Parra hizo gala de un solo con cuartas y melodía en clave jazz, mientras Titae recorría el escenario a sus anchas, conectando con la gente que levantaba celulares como antorchas.
El siguiente segmento del concierto vino de la mano de las cuecas. Roberto Parra, de fondo en el escenario, dio paso al segmento más popular del show, que también tuvo un espacio para “Pájaros de fuego”, con un solo extendido de guitarra que generó ovación, y el clásico “He barrido el sol”. Aquí se desató la fiesta. Titae instó a todo el Movistar a ponerse de pie, y así fue.
El encore final tuvo a “Amores incompletos” como gran momento. El solo extendido de Ángel Parra dejó a muchos en el techo del Arena. Tocaron por segunda vez “La torre de Babel”; Álvaro reconoció sin problema que lo harían porque, literalmente, “se echó una estrofa”. Esto nos da pistas de que seguro este show fue grabado para algo posterior. El cierre, con “No sabes qué desperdicio tengo en el alma”, dejó el rock y al público en lo más alto en una noche donde el presente y los recuerdos era uno, o mejor dicho, Los Tres.
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