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A propósito de la elección de León XIV: la historia del Papa León I y la batalla contra Atila el Huno que evitó la invasión de Roma con un “milagro”

Este evento, considerado por la tradición como un milagro, no solo salvó a Roma del saqueo, sino que consolidó la figura del Papado como una fuerza moral y política en un Imperio Romano en declive.

imagen referencial creada con IA

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El nombramiento del cardenal Robert Prevost como nuevo líder de la Iglesia Católica y su elección de nombre como Papa León XIV invitan inevitablemente a la reflexión sobre el notable legado de uno de sus predecesores más influyentes: San León I, conocido como León el Grande. Su pontificado, que se extendió desde el año 440 hasta el 461 d.C., fue un periodo de consolidación doctrinal y de asombrosa intervención en el turbulento panorama político de su tiempo.

La historia de León I está especialmente marcada por un suceso que ha sido inmortalizado en el arte y la leyenda: su encuentro con Atila el Huno en el año 452. En aquel momento, el temido “Azote de Dios”, cuyo ejército había arrasado gran parte del norte de Italia, se dirigía inexorablemente hacia Roma, amenazando con el saqueo y la destrucción total de la Ciudad Eterna. El emperador Valentiniano III, incapaz de contener la marea bárbara, había huido, dejando a Roma vulnerable.

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Ante esta desesperada situación, el Papa León I, movido por una profunda fe y un extraordinario coraje, decidió actuar. Lideró una embajada que incluyó a importantes figuras romanas y se dirigió al encuentro de Atila en las orillas del río Mincio, cerca de Mantua, en el norte de Italia. Su objetivo era persuadir al rey de los hunos para que desistiera de su avance sobre Roma.

Lo que ocurrió en ese encuentro ha sido objeto de debate y leyenda a lo largo de los siglos. Según la tradición, León I, con su elocuencia y determinación, logró impresionar a Atila. La leyenda más difundida, sostenida por fuentes contemporáneas como Próspero de Aquitania, relata que, durante el diálogo, Atila tuvo una visión de los santos Pedro y Pablo, armados y amenazantes, flanqueando al Papa León. Esta aparición milagrosa, o la simple pero poderosa elocuencia del pontífice, habría convencido al rey huno de dar media vuelta y retirar a sus tropas de Italia, salvando así a Roma de la destrucción.

Esta escena fue inmortalizada por el artísta Raffaelli Sanzio, más conocido como Rafael, quien entre 1513 y 1514 pintó el fresco conocido como "El encuentro de León Magno con Atila". Hoy esta obra se puede visitar en el Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano y que forman parte de los Museos Vaticanos.

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"El encuentro de León Magno con Atila" por Rafael

Tras esto, Atila se retiró sin invadir la ciudad, y aunque los historiadores modernos sugieren que otros factores (como la escasez de provisiones, las enfermedades entre sus tropas o la amenaza de ataques del Imperio Romano de Oriente en sus territorios) pudieron haber influido en su decisión, el papel de León I se convirtió en un símbolo de la protección divina sobre la Iglesia y de la autoridad moral del Papado frente al poderío militar.

Este evento no solo aseguró la supervivencia de Roma en aquel momento crucial, sino que también cimentó la reputación de León I como un líder excepcional, lo que le valió el epíteto de “el Grande” y reforzó la primacía del obispo de Roma.

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