¡Chanfle!: Hace 40 años «El Chavo» desató la locura nacional
Testimonios, recuerdos y el impacto de esta visita clave en la cultura pop local.
Carlos Costas, ADN
Agradecimiento especial
Las Portadas de tu Vida
Archivo: TVN, Canal 13, La Tercera, Las Últimas Noticias y La Segunda
"Al principio fue casual como cuando nació Chespirito, pero después fue intencional y buscaba… y así vino 'Chanfle', 'Chapatín', 'Chicharra', 'Chavo' y cuando me pidieron que viniera a Chile dije inmediatamente que sí". Esta fue una de las primeras declaraciones de Roberto Gómez Bolaños al aterrizar en nuestro país la mañana del viernes 7 de octubre de 1977.
El grupo de actores mexicanos, que entonces arrasaba con la sintonía televisiva, tuvo un caótico recibimiento con centenares de niños, periodistas y curiosos en la losa del viejo aeropuerto Pudahuel.
Fue una llegada digna de estrellas del rock y la prensa de la época brindó gran cobertura a la gira que tuvo escalas en Arica, Antofagasta, La Serena, Viña del Mar, Rancagua y Santiago. Según publicaron los medios, Chespirito cobró 200 mil dólares por actuar en 12 presentaciones, siendo las funciones en el Estadio Nacional las más recordadas.
Ligado a esta primera visita de Gómez Bolaños estuvo el empresario Antonio Martínez, según informaba La Tercera en una sección de breves que bautizó como ‘Chapulinadas’. La publicación consignaba que el hijo menor de este hombre de negocios históricamente vinculado a los casinos y al fútbol -Javier Martínez Seguí- había sido el primer niño chileno en saber que el Chapulín Colorado vendría a Chile.
La Tercera, 8 de Octubre de 1977
En un país que no estaba acostumbrado a las visitas de grandes figuras internacionales y menos a los eventos masivos, el arribo del grupo de comediantes liderado por Chespirito tuvo una connotación especial. No había niño en esa época que no jugara a imitar a alguno de los personajes de la Vecindad, y frases como 'no contaban con mi astucia', 'fue sin querer queriendo' y 'no me simpatizas' se instalaron en la manera de hablar cotidiana de grandes y chicos.
Cuatro años después de ser utilizado como centro de detención y tortura por la dictadura de Pinochet y 10 años antes de albergar el encuentro del Papa Juan Pablo II con los jóvenes chilenos, el Estadio Nacional fue escenario de un debut que despierta sentimientos encontrados en estos testimonios que te invitamos a revisar a cuatro décadas de lo que fue un hito en la cultura pop de la segunda mitad de los 70.
Álvaro Díaz, periodista, creador de "31 Minutos"
"Tenía 5 años y a esa edad uno recuerda todo a retazos. Fue muy desagradable porque me acuerdo que esto fue en la mañana, estábamos sentados en la tribuna bajo marquesina y me pegaba el sol. Estuve cagado de calor y no tengo ningún recuerdo de haberlo pasado bien. Se veían chicos, no se escuchaba absolutamente nada y el escenario estaba en la mitad de la cancha.
Era como el ring donde por esa misma época Martín Vargas peleó con Miguel Canto (Nota: ese combate por el título mosca del Consejo Mundial de Boxeo fue el 30 de noviembre de 1977. El mexicano Canto retuvo la corona en 15 asaltos).
Tengo la fantasía de haber estado en el aeropuerto y ahora que revisé el video evidentemente ellos salían de gira sin un guion porque se pegaban unos tortazos y era una rutina muy pobre. El Chavo la estaba reventando y montaron esta gira aprovechando el boom, pero se ve que era algo muy desarticulado. Eran otros tiempos, otros niveles de producción y otra infraestructura.
Las Ultimas Noticias, 7 de Octubre de 1977
Esa vez quería que el espectáculo terminara pronto, pero era uno de esos eventos a los que los papás te llevan porque ellos suponen que uno lo va a pasar bien. Debe haber sido mi primera vez en el Nacional. Después un amigo de mi viejo nos invitaba a ver al Colo de Mané Ponce. Una vez por estar sentado en la tribuna me gané un año de Nescafé.
La rutina del club de Quico en Plan Z tiene una historia que ya puedo desclasificar. El chiste se remonta a unas vacaciones del 86 cuando invitamos al mejor amigo de mi hermano a veranear y este tipo estaba pegado con imitar a Murdock. Yo no veía Los Magníficos, pero los cachaba y este gallo me tenía enfermo hablando así. Era todo muy idiota. Cuando conté la historia a muchos les hizo gracia y como Pedro Peirano sabía imitar al Quico cambiamos a Murdock por Quico".
El Club de Quico – Plan Z
Ricardo Martínez, lingüista, profesor universitario
"Creo que esa fue la primera vez que fui al Estadio Nacional en mi vida y así muchas niñas y niños de más o menos mi misma edad acompañados por sus padres. Ese día se dio libre en el colegio, era a medias un espectáculo y unas vacaciones.
Los canales de televisión cubrieron la llegada que a mí me parecía esos arribos de héroes de las películas gringas, con coches descapotables y papel picado cayendo de los edificios. No, claro que no fue para tanto. Mi papá decía que la llegada de Jorge Negrete a mediados de los cuarenta había dejado una tendalada mayor. Siempre México y Chile en una conexión que sólo ahora entiendo.
El show se hizo en un escenario que parecía más un ring de boxeo y los actores (el Chavo, Quico, la Chilindrina y Don Ramón y Doña Florinda) se veían muy pequeños. No importaba.
En una entrevista de la tele el periodista le preguntó algo que todos queríamos saber a Chespirito: ¿Por qué todos sus personajes comienzan con "ch", el Chavo, el Chapulín, el doctor Chapatín? Contestó: "todos comienzan con "ch", como Chile".
La Segunda, 7 de octubre de 1977
Francisco Castillo, periodista
"La historia de los programas de Chespirito en Chile comienza con las gestiones de Claudio López de Lérida, uno de los fundadores de Televisión Nacional. Con el golpe militar, él dejó su cargo y se dedicó a ser un proveedor de programas extranjeros para los canales. Él tenía los contactos con México y la gente de Televisa. Claudio ofreció el Chavo del 8 y el Chapulín Colorado a las autoridades del canal. El director general era Jaime del Valle, quien después sería canciller de Pinochet. De inmediato traspasó esta oferta a la gente de programación, pero el equipo de programación infantil consideró que el material no estaba a la altura de lo que debían ver los niños chilenos. Dicho en forma simple estos funcionarios dijeron que los personajes eran como niñitos de pobla y que el programa no sería ningún aporte. En ese momento interviene Roberto López que era el director de programación y decide emitir el Chavo antes de las noticias para potenciar el noticiero 60 minutos y la sintonía se disparó.
Mi relación personal con el lote de Chespirito había comenzado a mediados del 77 cuando me tocó cubrir un sudamericano de fútbol juvenil en Venezuela. Por Chile recuerdo a Mariano Puyol, a Edgardo Fuentes y al técnico Jorge Luco y por Argentina venía un chico que todos nos comentaban sería la próxima gran figura del fútbol mundial: Diego Armando Maradona.
Esto fue entre abril y mayo de ese año y estando en Caracas coincidimos con unas presentaciones de Chespirito. Como el programa ya era un suceso en Chile fuimos a entrevistarlos y ellos no tenían idea del éxito que estaban teniendo en nuestro país. Fueron muy amables y las notas que despachamos desde Venezuela tuvieron amplia difusión. A los pocos meses me enviaron a reportear la llegada de Roberto Gómez Bolaños y su elenco al aeropuerto y fue una verdadera locura. Me acuerdo que invité a mi ahijado Juan Francisco Aguilera para que conociera al Chavo. Los guardias nos dejaron pasar hasta la losa de Pudahuel junto al camarógrafo. Después de los saludos y algunas declaraciones entre el tumulto los subieron al bus y yo instalé a mi ahijado al lado de Chespirito. Ahí grabamos una entrevista que fue muy simpática y comentada. Juan Francisco fue el niño símbolo de los admiradores infantiles de este grupo de actores mexicanos que tanto bien le hizo a la teleaudiencia nacional en una época en que los mensajes amables eran escasos ante la situación que vivíamos todos los chilenos".
Documento de la llegada de Chespirito y su elenco
Juan Francisco Aguilera, kinesiólogo Clínica Meds
"Creo que en ese momento no dimensioné lo que me estaba pasando porque era muy chico, apenas tenía 5 años, pero sí recuerdo que me impactó mucho estar sentado al lado de Chespirito. Mi padrino (Francisco Castillo) me subió al bus y recuerdo que me preguntaban quién me gustaba más: el Chavo o el Chapulín. Ellos eran los ídolos del momento, todos veíamos los programas y yo solo atiné a levantar los hombros y contestar que me gustaban los dos. Hoy trabajo con gente más joven que yo y cuando les cuento esta historia y les muestro los videos que están en YouTube no me creen y para mí el recuerdo se hace mucho más fuerte. Mis hijas son muy chicas todavía. Espero contarles alguna vez esta anécdota. Mi hija menor tiene 4 y me parece increíble que ya hayan pasado 40 años de esta historia. Estuve en el aeropuerto, pero no fui al Estadio Nacional”.
La Tercera, 13 de octubre de 1977
Mauro Smith, periodista CDF
"Debe haber sido la primera vez que fui al Estadio Nacional sin mi padre. Creo que era un sábado y fui con mi vieja y mi hermana chica. Yo había estado en la final de la Copa Libertadores del 76 cuando Cruzeiro le ganó a River Plate y en la primera final entre Everton y Unión Española que terminaría en manos del equipo viñamarino.
Lo que más me llamó la atención al llegar a Ñuñoa ese día fue la enorme cantidad de productos que se vendían del Chavo, el Chapulín y de todos sus personajes. Era un mercadeo incipiente y prehistórico, si se lo compara con lo que existe ahora, pero los vendedores ofrecían de todo: chipotes, antenitas, gorros, afiches y hasta la famosa pelota del Quico.
Otra cosa que recuerdo con claridad es el color de la vestimenta de los personajes. Ver el rojo del Chapulín, el vestido rosado de doña Florinda o el vestido verde claro de la Chilindrina fue algo impactante. Seguramente, esta reflexión a muchos les causará risa y perplejidad pero hay que recordar que en 1977 aún no llegaba la televisión a color y todos veíamos los programas de Chespirito en blanco y negro.
Claramente lo que más recuerdo de ese día fue la ovación. Sí, una tremenda ovación fue la que se escuchó en el estadio cuando salió a la cancha Don Ramón. Ya en esa época era el personaje preferido de la muchachada y me parece que se comenzaba a incubar la leyenda que sigue hasta hoy con el genial personaje de Ramón Valdés".
Parte del registro oficial del show del estadio Nacional
Danilo Díaz, periodista Radio ADN
"Una tarde de sábado, no sé si nublada, pero sí larga, Chespirito -Roberto Gómez Bolaños- y sus compañeros en el Chapulín Colorado y el Chavo del 8 actuaron en el estadio Regional de Antofagasta.
Recuerdo que junto a mi madre, hermanas y primos nos instalamos en la zona sur de la tribuna Pacífico, la que da a la Avenida Angamos. Había visto la llegada de Gómez Bolaños en Televisión Nacional. No niego que la expectativa era grande. Pensaba que me reiría como lo hacía cada día con el Chapulín o el Chavo.
Hubo mucho público. En provincia un evento de esa envergadura, más aún en esos años, era un suceso. Fue el tema de la semana. Después de una larga espera salieron a la cancha, entonces muy maltratada. La realidad es que el show resultó fome, predecible, digno de un calducho de colegio. Ni siquiera se asemejaba al circo "Ritmo", un espectáculo pobre, pero ultra divertido, que cada otoño se instalaba en la esquina de Latorre y Bolívar, donde los payasos se salían de libreto e incluso ironizaban con la nariz de Frei Montalva.
Más allá de la pobreza de la presentación, cuando el viento cercano a la playa bajaba la temperatura, comenzamos el retiro, nos fuimos felices. Habíamos visto al Chavo, Quico, el profesor Jirafales, don Ramón (mi personaje preferido), la Chilindrina, doña Florinda y el señor Barriga. Con eso nos dimos por pagados, aunque con el tiempo creo que fue una soberana estafa".
Entrevista realizada a Chespirito y su elenco en su estadía en Chile
Nona Fernández, actriz, escritora y guionista
Como parte de su novela "La Dimensión Desconocida", donde da cuenta de cómo muchos jóvenes y niños experimentaban la dictadura como parte de su diario vivir, la artista dedica unas líneas en un momento clave del relato a la visita de Chespirito y su elenco, haciéndolo parte relevante de la construcción pop de toda una generación.