Fiscal Héctor Barros confirma identidad del homicida del comisario Valdés: «Es un sujeto muy violento, con facilidad para darle muerte a otras personas»

El crimen del comisario de la Brigada Investigadora de Delitos Contra la Propiedad Intelectual (Bidepi) de la Policía de Investigaciones (PDI), Daniel Valdés Donoso, ocurrió la noche del martes 17 de enero pasado. A las 04:00 del miércoles 18, el fiscal Héctor Barros, de la Fiscalía Metropolitana Sur, ya sabía que se trataba de Luis Vásquez Villegas, «Lucho Plátano»: «El hecho está aclarado y con la prueba científica que necesitábamos», dijo la mañana de este viernes en ADN Hoy.

Si bien fue cauto en no especular por los móviles del ataque, a la espera de otras diligencias, «lo que robaron fue el arma cuando fue abatido«.

Sobre Vásquez Villegas, Barros contó que existía una orden de detención pendiente que había emanado desde su propia fiscalía «hace mucho tiempo», pero que «no se había logrado detener». Sin embargo, hoy por hoy ya hay otras órdenes de detención y allanamiento.

El presunto asesino, detalló el fiscal, «es parte de una banda y su giro principal es el robo de vehículos. Es un sujeto muy violento, con facilidad para usar armas de fuego y darle muerte a otras personas». A ello se suman tres asesinatos a sangre fría que Lucho Plátano cometió, además de otros intentos frustrados de homicidios, robo de bienes nacionales y robo en lugar no habitado, como parte de su prontuario.

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Con cierta perspectiva, para Barros la investigación del crimen del comisario Valdés tiene una lectura con afectaciones al tejido social y la democracia: «(La de Valdés) es una investigación súper relevante para el Ministerio Público, como también el del cabo Florido. Creemos que cuando la violencia se dirige hacia las instituciones del Estado, es el Estado de Derecho el que empieza a flaquear».

«Lo que está detrás es lo peligroso para las instituciones del Estado», resumió después.

PCC brasileño y crimen organizado

El crimen en Chile ha cambiado: subió la violencia y se instaló (o está en instalación, si se quiere) el crimen organizado con sus propios métodos. En los años 90, e incluso a principios de los 2000, estos conflictos eran exclusivos entre bandas rivales ligadas al narcotráfico. Hoy existen organizaciones transnacionales que tienen en sus giros los secuestros extorsivos, el ataque a instituciones del Estado y la trata de personas. Uno de los motivos, apuntó Barros de acuerdo a su experiencia, está en «la inmigración no regularizada».

Así, ha podido constatar la participación de miembros del Tren de Aragua no solo en el norte del país, sino también en las comunas de Lo Espejo y Puente Alto, en la región Metropolitana: «(En) una de esas (investigaciones) se envió para verla desde el punto de vista de la organización completa».

Y si bien aclaró no tener registros de otras bandas criminales internacionales, «sí tenemos antecedentes y elementos claros de la presencia del PCC, organización cuyo centro de operación está en Brasil y que es una organización criminal que comparte y distribuye espacios con el Tren de Aragua, que tiene como giro la extorsión, el secuestro, el robo a instituciones bancarias, etcétera».

«Nace en el sistema carcelario brasileño. Es una organización bastante violenta, con bastantes recursos, que comparten espacio con el tren de Aragua, pero con un giro más amplio», añadió antes de enumerar ese giro: asalto a instituciones financieras, ataques a autoridades, tráfico de droga y prostitución. «Es un campo de acción es más amplio, donde el sistema carcelario tiene un rol relevante».

El llamado que hizo el jefe de la Fiscalía Metropolitana Sur fue a «perder un poco la ingenuidad. Hace años, cuando hablábamos del efecto de la migración en estos ámbitos, éramos bien pudorosos. Pero es algo que ha estado ocurriendo hace muchos años y no nos lo hemos tomado en serio. La pregunta es: ¿cómo las organizaciones locales van a interactuar con los grupos nacionales? ¿Se van a someter? ¿Se van a asociar? ¿Van a coexistir? Es el gran enigma que tenemos cuando pasen algunos años».