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«Letra y Música» y canciones de inspiración mapuche: Desde Violeta Parra hasta hip hop y cumbia

Desde clásicos como Quilapayún hasta exponentes de lo urbano, la columna musical de Ciudadano ADN hizo una amplia revisión de cómo la música mapuche se reinventa y se entremezcla con influencias externas, sin perder su impronta tradicional y buscando la vigencia de su lengua.

«Letra y Música» y canciones de inspiración mapuche: Desde Violeta Parra hasta hip hop y cumbia

"Letra y Música" y canciones de inspiración mapuche: Desde Violeta Parra hasta hip hop y cumbia

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El Premio Nacional de Literatura entregado al poeta, escritor y oralitor mapuche Elicura Chihuailaf se convirtió en la primera vez que un poeta de los pueblos originarios recibe un reconocimiento de esta envergadura, aunque según recordó el académico de Literatura Creativa UDP, Ricardo Martínez, «Francisco Coloane también tenía ascendencia mapuche».

Por eso, a propósito de este hito, en «Letra y Música», la columna musical de Ciudadano ADN, se mostró una selección de música de inspiración mapuche.

«Arauco tiene una pena», Violeta Parra: La cantautora es quien comienza, seguida por diversas bandas de la Nueva Canción Chilena como Quilapayún e Illapu, la tendencia que reconoce a la cultura mapuche como un lugar del cual nutrirse. Según Martínez, muchos estudiosos notaron que la música mapuche está hecha principalmente para rituales y ceremoniales, y «el sentido de la música más estético no se ha desarrollado tanto», aunque sí se producen diversos cruces y usos vinculados con el pop, como en los siguientes ejemplos.

«No olviden», Joe Vasconcellos: Esta canción fue interpretada junto a Manuel García al cierre del especial de Radio ADN para el eclipse solar de 2019. Su primera versión es previa a la «explosión del vasconcellismo» de fines de los años 90, y emparenta al músico chileno-brasileño con figuras como David Byrne y Manu Chao, al «buscar otras sonoridades y cuestiones estéticas que vengan de multiples culturas, no solo las originarias».

«Sirenita», Daniela Millaleo: El trabajo de esta joven cantante, que vive en Santiago desde su nacimiento, es una muestra de que la música mapuche en los últimos años «se ha vuelto muy urbana», incluso hasta llegar a emparentarse con géneros como el indie. Esa dinamización, para Martínez, le otorga un nuevo valor a su cultura, el que es posible observar en la fuerte presencia de banderas mapuche durante el estallido social, o en la transversalización de ritos como el We Tripantu, todo emparentado con un proceso donde «la juventud urbana de origen mapuche se está movilizando mucho para volver a validar la cultura y la lengua».

«Arauco de pie», Illapu: Aquí se mezcla la sonoridad mapuche con instrumentos andinos, enmarcándose en un movimiento surgido en los años 60, empeñado en encontrar una identidad latinoamericana a partir de las raíces. Instrumentos como el charango son protagonistas. «Para el musicólogo Juan Pablo González, el charango se ha vuelto muy barroco, y por eso se presta para hacer música muy pop y muy moderna».

«Wiñoy Tañi Kewvn» (Volvió mi lengua), Luanko Minuto Soler: Este rapero pudahuelino hace un rap con letras en mapudungún. Según recordó Martínez, muchas veces se escriben las canciones en castellano, que algunos especialistas traducen en mapudungún «y a partir de esa traducción aparece la versión». Algo similar pasa con la poesía. Y este fenómeno se explica ya que, para muchos creadores, la lengua mapuche ya no es su lengua materna. «Se perdió en la diáspora, al venirse a vivir a Santiago».

«Niño araucano», Quilapayún: El nombre de esta emblemática banda es de origen mapudungún (o mapuzungún, según explícito Martínez, de acuerdo a la vocalización propia de esa lengua). «Quila» significa tres y «payún» barbas, formando así un nombre que representa la estética y el ideario del grupo en los años 60.

«Lamgencita», Werkenes del amor: Desde la mezcla de cumbia y corridos, hasta su propio nombre, esta banda se emparentó con agrupaciones como Los Charros de Lumaco Garras de Amor. Al respecto, consignó Martínez, «no hay que pensar en lo mapuche como algo solamente patrimonial. Hay mucha diversidad. Toda nación tiene muchos puntos de vista y las personas son distintas. Hay muchas formas de ser mapuche, como hay muchas formas de ser mujer u hombre. No hay que verlos como una cosa pétrea, monolítica».

De hecho, muchas de las palabras del mapudungún son palabras que vienen del español, lo que lo muestra como un idioma muy flexible para recibir incorporaciones desde otras lenguas, como el quechua. «No hay líneas divisorias que marcan los límites, como lingüista uno sabe que no es así».

«Bio Bio sueño azul», Illapu: Este tema es la versión musical de un poema del Premio Nacional de Literatura, Elicura Chihuailaf. A partir de él, Martínez recordó que la poesía mapuche está más viva que nunca, con nombres como  Jaime Huenún, Paulo Huirimilla, Leonel Lienlaf, Bernardo Colipan y Roxana Miranda. «Hay mucho dinamismo en la literatura, no es solamente Elicura». Al respecto, recomendó la antología «Voces del Siglo XXI», a cargo de Jaime Huenún, publicada por Editorial LOM.

«Mi papai», Antu Luwen: «Sol en el amanecer», es el significado del nombre de esta cantautora, que recoge la impronta más tradicional de la música mapuche, como un modo de » demostrar que está toda esa otra diversidad, pero tampoco se pierden las versiones mas patrimoniales de la música mapuche». Martínez rescató la urgencia de la revitalización de las lenguas mapudungún, quechua, aymara y rapa nui, de las que «quedan muy pocos hablantes».

Como bonus track de la columna, los conductores de Ciudadano ADN también hicieron sus aportes. Aldo Schiappacasse mostró el trabajo de Gonzalo Luanko, quien ha incursionado en la cumbia mapuche con temas como «Sabor de la Tierra». Sandra Zeballos mostró «Taiñ Wirintukun Mapuche» (Nuestra escritura mapuche), de Waikil, nombre artístico de Jaime Cuyanao, quien en clave hip hop revisa el legado de su pueblo. «Cuando lo vi en el Festival Arte y Memoria quedé dada vuelta, por su energía», expresó. Cuyanao también cuenta con «sesiones en la ruka», versiones acústicas de sus temas, disponibles en Spotify y YouTube.

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