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Policía federal de Argentina desbarata escuela de yoga dedicada al tráfico de personas

El fundador de la secta criminal es un notario de 84 años.

Policía federal de Argentina desbarata escuela de yoga dedicada al tráfico de personas

Policía federal de Argentina desbarata escuela de yoga dedicada al tráfico de personas

Vecinos del barrio Villa Crespo sospechaban que «cosas raras» ocurrían en la sede de la Escuela de Yoga de Buenos Aires. Y, efectivamente, así era. Ya que la policía federal de Argentina detuvo el pasado viernes a 24 integrantes de una peligrosa secta criminal dedicada a la explotación sexual y el tráfico de personas, entre ellas al fundador: un notario de 84 años llamado Juan Percowicz.

El perverso modus operandi consistía en reclutar posibles estudiantes de yoga, quienes terminaban entregando todos sus bienes y trabajando como sirvientes o prostituidos. Los cursos de «coaching ontológico» funcionaban para atraer clientes a una estructura vertical, en donde Percowicz, a la cabeza, se hacía llamar «ángel» o «maestro».

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En los siguientes niveles de la pirámide se encontraban los «apóstoles», los «genios» y los alumnos, en ese orden. Los integrantes en los escalafones más altos presidían a su vez diversos emprendimientos a través de los cuales podían financiar a la organización. Los «humanos comunes» estaban al final de la cadena. Los cómplices operaban entre Argentina y Estados Unidos, lugar en donde la secta tiene una oficina de captación.

Sin embargo, esto no es nuevo para el fundador, ya que en 1993 fue imputado por los mismos delitos de los que se le acusa actualmente. Según consigna El País, el expediente del caso pasó por tres juzgados diferentes debido a los vínculos que el líder tenía con políticos y organizaciones internacionales de derechos humanos, pero la investigación nunca llegó a puerto.

En el momento de la redada, Percowicz poseía 15.000 dólares y varios autos de lujo. El resto de las especias consistía en más de un millón de dólares, 30 medallas de plata, una colección de pornografía sadomasoquista, juguetes sexuales y varios títulos de propiedad de los alumnos.

Cerca de 1.700 personas pasaron por la escuela. De ellos, las mujeres eran sometidas al «geishado» que consistía básicamente en prostitución. Las víctimas eran «alquiladas» a grandes empresarios que pagaban por esos servicios, y a cambio, ellas recibían «puntos» para ascender en la organización. A quienes se oponían, la secta los drogaba.

La policía declaró que «las ganancias obtenidas de la explotación de todas estas personas -alumnos y pacientes- ingresarían al circuito legal mediante inmobiliarias y una escribanía, que tiene la organización en nuestro país, y distintas fundaciones creadas en los Estados Unidos, generando con ello un flujo constante de divisas extranjeras para dicha organización».

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