«Que no queden ni los huesos»: testigo reveló el lado más brutal y sanguinario del Chapo Guzmán
Isaías Valdez Ríos, exsicario del narcotraficante que es juzgado en Estados Unidos, relató las veces que vio a su jefe matar.
En las diez semanas que lleva el juicio contra Joaquín “el Chapo” Guzmán, el jurado de la Corte del Distrito Federal en Brooklyn, Nueva York, ha oído distintas historias sobre la violencia y el terror en el mundo del narcotráfico.
Sin embargo, de acuerdo al New York Times y otros medios internacionales, nada comparado al relato brutal y detallado del último testigo presentado por la fiscalía: Isaías Valdez Ríos, alias "Memín" o "Memo", que empezó a trabajar como uno de los sicarios del Chapo en las sierras de Sinaloa en 2004.
En su relato, el arrepentido describió al jefe narco como un hombre brutal y violento. Recordó que lo vio matar a un integrante del cartel rival de los Arellano Félix, a sangre fría.
El hombre llegó hasta el campamento del Chapo con señales de haber sido torturado en el avión de Ismael "Mayo" Zambada, colíder del Cártel de Sinaloa. "Venía quemado con una plancha en toda la espalda, la playera que traía estaba pegada a la piel, traía marcas de encendedor de carro en todo el cuerpo, los pies también quemados", contó el testigo de 39 años.
Según esta versión, el Chapo se enojó porque se lo enviaban en mal estado, y lo dejó durante días encerrado en una suerte de gallinero, amarrado de pies y manos y con los ojos vendados. Al final, "ya apestaba (….) Estaba podrido", dijo el Memín.
Finalmente, tras dos interrogatorios, el Chapo, en medio de una pregunta, le disparó con su pistola calibre .25. Aunque el hombre seguía respirando, "así lo echamos al hoyo y lo enterramos", contó.
En manos del Chapo también murieron dos miembros del cartel de los Zetas. Según Memín, Guzmán pidió a sus sicarios que los llevaran a una enramada y los "calentaran", golpeándolos para sacarles información. Luego llegó él, pidió un tronco grueso "y los empezó a torturar".
"Las personas estaban completamente sueltas, los huesos todos quebrados, no se podían mover. Y el señor Joaquín les seguía golpeando con el tronco y con el arma también", un rifle camuflado AR15 o un M16, relató.
Luego el capo y su jefe de sicarios, el Bravo, montaron a unas cuatrimotos y cargaron en las parrillas a los enemigos. Los condujeron hasta una hoguera que habían ordenado encender. El Chapo "le puso el rifle en la cabeza a uno, le disparó y le dijo: '¡A chingar a su madre!'. Hizo lo mismo con el otro", dijo Memín y agregó que el narcotraficante les ordenó tirar los cuerpos a la hoguera.
"Que no queden ni los huesos", dijo el Chapo, según el testigo.