Universidad de Estocolmo define «14 trampas evolutivas» que podrían acabar con la especie humana
Una evaluación revela que 12 trampas (86%) podrían estar en una fase avanzada de captura con un alto riesgo de bloqueos difíciles de revertir y riesgos crecientes de impactos negativos en el bienestar humano.
La humanidad se enfrenta a múltiples desafíos que podrían llevar a su extinción, según un estudio reciente de la Universidad de Estocolmo en Suecia. Este estudio identifica 14 «trampas evolutivas» que podrían atrapar a nuestra especie, llevándola a su desaparición.
Simplificación de Sistemas: se refiere a sistemas que se vuelven demasiado especializados para adaptarse, como la agricultura de monocultivo.
Crecimiento por Crecimiento: La búsqueda incesante de crecimiento que daña el bienestar.
Exceso de Consumo: Usar más recursos de los que la Tierra puede proporcionar.
División Internacional: Conflictos internacionales.
Contagio: Enfermedades infecciosas.
Trampas Tecnológicas: Incluyen la dependencia de infraestructuras obsoletas (como los combustibles fósiles), la contaminación química, tecnologías existenciales (como las armas nucleares), la autonomía tecnológica (incluyendo la IA) y la desinformación/misinformación.
Trampas Estructurales: Estas incluyen el cortoplacismo, el consumo excesivo, la desconexión de la biosfera y la pérdida de capital social local, donde un mundo cada vez más digital corta la interacción social y contribuye a una mayor división.
De estas 14 trampas, 12 se consideran en un estado avanzado, con solo la autonomía tecnológica y la pérdida de capital social local aún no desarrolladas en problemas preocupantes. Además, estas trampas tienden a reforzarse mutuamente, lo que significa que es probable que nos veamos atrapados en más de una.
El antropólogo Peter Søgaard Jørgensen, de la Universidad de Estocolmo, compara estas trampas evolutivas con las que enfrentan los animales en el mundo moderno. Por ejemplo, muchos insectos se sienten atraídos por la luz, un reflejo evolutivo que puede resultar fatal en el mundo moderno. De manera similar, la humanidad corre el riesgo de responder a nuevos fenómenos de formas perjudiciales.
A pesar de este panorama sombrío, los investigadores no se dan por vencidos. Lo que se necesita ahora, según el equipo, es una transformación activa, no solo aceptar que debemos ir con la corriente, sino hacer esfuerzos deliberados en la dirección opuesta. La humanidad puede ser cortoplacista y destructiva, pero también es creativa, innovadora y colaborativa. Esto significa que todavía hay esperanza de que nuestro destino no esté escrito todavía.
Jørgensen sugiere que una forma sencilla de contribuir es involucrarse más en la naturaleza y la sociedad, aprendiendo sobre las consecuencias globales positivas y negativas de nuestras acciones locales. «No hay nada mejor que exponerse a lo que necesita protección», afirma.
Este estudio ha sido publicado en «Philosophical Transactions of the Royal Society B».