Francisco Silva y la composición como espacio de resistencia
El consagrado compositor chileno prepara un concierto gratuito con sus obras en la ciudad de Los Andes para el 12 de agosto, donde participarán connotados intérpretes especializados en la música actual.
Francisco Silva Cárdenas
Desde que su nombre empezó a aparecer en festivales de música contemporánea a comienzos de los 2000, ha sido una presencia constante en este tipo de instancias, y también en temporadas convencionales. Son entonces dos décadas en que música facturada en la ciudad de Los Andes, donde Francisco Silva Cárdenas nació en 1978, y donde vive y compone, ha sido parte del ecosistema musical chileno.
Más aún, su empuje para concretar proyectos lo ha llevado a realizar diferentes iniciativas para difundir y hacer sonar la creación musical moderna en aquella localidad del valle del Aconcagua, encontrando un punto sintético en un próximo concierto que estará dedicado íntegramente a sus obras. Silva ha sido premiado en más de oportunidad por el municipio local por sus esfuerzos en favor de la cultura. La más reciente hace tan solo un par de semanas.
«Es la consecuencia natural después de diez años organizando conciertos y actividades aquí en mi ciudad», explicó Silva en contacto con ADN, «en que precisamente se trata de presentar y enseñar acerca de la música contemporánea, que es muy poco conocida acá».
El concierto gratuito se realizará el viernes 12 de agosto, a las 19 horas, en la Biblioteca Municipal de Los Andes (Avenida Independencia 594), y reunirá a connotados intérpretes que se han dedicado a la difusión de la música actual, y en particular, de los compositores chilenos. Estos son el oboísta José Luis Urquieta, el Ensamble F(r)actura, el Grupo de Percusión Valparaíso, y la directora Geraldine Turres.
Por mera coincidencia la fecha del evento será el trigésimo aniversario del fallecimiento del influyente compositor y pensador John Cage, quien ha sido una tremenda inspiración para Silva. «No sabía la fecha, qué interesante, quizás pueda ser motivo para generar material para una próxima obra o para algún tipo de homenaje sonoro relativamente encubierto en el concierto», dice Silva, aunque ya inició un ciclo de composiciones, «Días Leves», en que células musicales deben ser recortadas y ordenadas a placer por los intérpretes, por lo que se aprecia cierto influjo cageano.
Un punto especial de este concierto monográfico será la inclusión de dos obras que no se habían tocado antes y que fueron creadas especialmente para el evento, «Música para Oboe y Cuatro Percusionistas», y «Música para Cuarteto de Cuerdas».
Pese a lo abstracto de estos títulos, Silva rechaza el concepto de «música absoluta»: «Yo compongo a mano, y creo que ese mismo acto casi ritual hace que todo lo que me rodea entre en sintonía con las obras. El nivel de concentración que el acto manual de la escritura requiere, da paso a momentos de epifanía en donde lo cotidiano se muestra como un dominio no separado del “producto” artístico». Y lo ejemplifica: «Tomo decisiones estructurales tomando en cuenta situaciones cotidianas, supuestamente banales o azarosas».
Francisco Silva Cárdenas
Componer para él es incluso algo político: «Para mí la composición se ha transformado en un espacio de resistencia frente a los avatares neoliberales que nos exigen convertirnos en consumidores frente a prácticamente todo acto cotidiano».
La pieza para cuarteto de cuerdas es la primera incursión del compositor en este formato, una conformación consolidada por los modelos clásicos de Haydn, Mozart y Beethoven, y que ha sido tratado por creadores de todas las épocas posteriores. «No pensé en toda la carga histórica que el formato tiene», admite Silva, «es una obra muy serena, que contrasta con música mía que se ha tocado antes». Esta partitura refleja en cierta medida, la influencia de otro compositor muy apreciado por Silva en sus inicios, el estadounidense Morton Feldman.
En otro ámbito, este año Silva ganó la convocatoria nacional para la comisión de una obra que hicieran en conjunto la Fundación Teatro del Lago y la Sociedad Internacional por la Música Chilena (SIMUC), a presentarse en lo que resta del año. Silva revela: «Acabo de terminar la obra comisionada. Se titula «Manuscrito” y es para flauta, violín, viola, cello y piano. Se estrenará en un concierto que tiene como eje el impresionismo musical y se tocará junto a obras de Debussy y Tournier. Por esto, en mi obra hay fugaces guiños a los mundos sonoros propuestos por ambos compositores».
Una característica esencial de su música es que casi todo su catálogo se enmarca en lo que es música de cámara. Incluso su única obra sinfónica («Habitar lo Efímero» de 2010) tiene una orientación camerística. «Siempre me he considerado un músico de cámara», comenta, «siento que es en ese diálogo íntimo e intenso, y en la verdad que subyace a la desnudez de las voces en donde la artesanía y el oficio de un compositor pueden ser llevados a grados más profundos de belleza».
Sobre qué es la composición para él, Silva concluye que «es una artesanía capaz de organizar el tiempo a través de sonidos y silencios. En mi caso, la escritura musical es mi código, y es en ese espacio de construcción y reflexión en donde opero. Las implicancias que la escritura musical tiene en cada obra que compongo y, por ende, en mi vida, tienen que ver con la experimentación y un constante devenir en ese dominio particular».