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50 años: excomandante en jefe del Ejército Ricardo Martínez asegura que el golpe «no debe ser parte de una solución a una crisis política»

Sobre el acuerdo que hace algunos días leyó la Cámara de Diputados, que declaraba inconstitucional el gobierno de Salvador Allende, señaló: "Es muy peligroso aludir a esa resolución de la Cámara de Diputados con el presente. Hay que cuidar la democracia siempre y no solo cuando se está en el Gobierno o en la oposición".

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«Un Ejército para todos», es el nombre del libro que el excomandante en jefe del Ejército Ricardo Martínez presentará el próximo martes en la Universidad Católica. El texto, según contó, apunta a una institución uniformada «del país y para el país». Y en el marco de ese lanzamiento fue que abordó el estado del país, a solo días de la conmemoración por los 50 años del golpe de Estado.

En conversación con El MercurioMartínez calificó como «repudiables» el asesinato de dos comandantes en jefe en el marco de la dictadura cívico-militar. Mismo adjetivo usó para la violación sistemática de derechos humanos:

«Falta conversar más para saber exactamente cuáles son los tipos de reconocimiento que la sociedad todavía siente que las Fuerzas Armadas no han hecho. Del mundo militar que provengo, especialmente los en retiro, se piensa en general que han hecho suficientes gestos en estos años. En lo particular, tenía la convicción de que había cosas que no se habían dicho con claridad que se expone en este texto, y eso fue lo que hice cuando tuve el mando en jefe, con el apoyo del Cuerpo de Generales que en su momento me acompañó».

En algún momento, el actual general en retiro instó a «cerrar heridas», una declaración en la que, dijo, «siempre fui apoyado por el Cuerpo de Generales». A ello se sumó que todos los generales retirados fueron «muy claros en condenar» las violaciones a los derechos humanos, al menos hasta el Consejo Militar de marzo de 2019 que él encabezó.

Medidas sobre el Ejército

Que la milicia del país sea considerada una entidad subordinada al poder civil es un debate que reflota de cuando en cuando, sobre todo en los momentos en que las altas jerarquías de esta se refieren a la contingencia. Ante la posibilidad de que el Ejército sea identificado con un sector político, Martínez propuso enfocarse en la formación en la Escuela Militar y de Suboficiales; «la prohibición terminante de que se discutiera de política entre militares, indicándoles que el único espacio para tener posición era en el interior de la cámara secreta al momento de emitir su voto (…) Que los actores políticos no vean al Ejército como una vía para alcanzar sus objetivos sociales, económicos y políticos». 

Así las cosas, adhirió a que la «aguda polarización» en Chile de 1973, según constató la Comisión de Verdad y Reconciliación, «influyó completamente» en el golpe: «Los actores políticos son los principales responsables del quiebre democrático que se produjo el 11 de septiembre de 1973, al no ser capaces de llegar a acuerdos políticos, mientras paralelamente se buscaba el apoyo de las Fuerzas Armadas para lograr objetivos que fueron incapaces de alcanzar por la vía electoral o y de acuerdos. También influyó la polarización mundial de la Guerra Fría, que no fue ajena a Chile, a su política ni a sus instituciones armadas».

El error de Allende

Fue nombrar a militares en cargos políticos, analizó el excomandante en jefe del Ejército, «porque significó sacar a las Fuerzas Armadas de su rol principal y ‘apolítico’ que siempre se debe salvaguardar. Los generales y almirantes se convirtieron de un día para otro en actores políticos al ejercer cargos de esa índole, lo que legitimó, en cierta manera, el derecho a opinar y discutir asuntos políticos dentro de los cuarteles, polarizando cualquier discusión».

Con todo, ¿qué otros factores influyeron? «La inestabilidad política fue generada por los distintos actores políticos que no fueron capaces de tranzar sus posiciones, y de eso creo que no hay duda. Unos argumentaron las necesidades de la dictadura del proletariado; otros, un socialismo dentro de los caminos que permitía el ordenamiento constitucional y legal; otros tratando de llegar a acuerdos o de franca y dura oposición, pero también algunos que propiciaban la violencia para apurar cambios. Al final, los militares sufrieron tal nivel de presión en los cuarteles para concretar un quiebre democrático con las consecuencias de lo vivido a partir del 11 de septiembre de 1973″, planteó Martínez.

Con todo, dijo el general en retiro que «cada vez que en la historia de nuestro país algún sector se siente perjudicado por el devenir político, cree tener en las Fuerzas Armadas la carta de reserva para no ser perjudicados, olvidándose que cada vez que a los militares se les incluye en estas acciones se les politiza por décadas, lo que afecta su rol principal que es la defensa nacional y la percepción ciudadana de no sentirlas realmente como transversales y, por ende que no les pertenecen a todos».

«Ha quedado muy demostrado a raíz del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 los efectos negativos en la convivencia nacional que produce el quiebre del orden constitucional, por lo que no debe ser parte de una solución a una crisis política. En ese quiebre, la sociedad en su conjunto y todas las instituciones deberían hacer una evaluación de lo ocurrido, por lo que lamento el grado de crispación que existe hasta hoy», dijo hacia el final de la conversación.

Lectura de acuerdo

Hace algunos días, la Cámara de Diputadas y Diputados leyó una resolución que declaraba inconstitucional el gobierno del expresidente Salvador Allende. Ante este gesto, Martínez advirtió:

«Es muy peligroso aludir a esa resolución de la Cámara de Diputados con el presente. Hay que cuidar la democracia siempre y no solo cuando se está en el Gobierno o en la oposición, y eso lo digo porque se referencia mucho a ese acuerdo como uno de los fundamentos del Golpe. Hay que recordar que para sacar a un Presidente, en la Constitución que regía en ese momento, se necesitaban 2/3 y la declaración de la oposición solo tenía mayoría. Obviamente, tanto lo de 1973 y lo que pudiera ocurrir de ahora en adelante no es fundamento mientras la Constitución fije claramente las formas y modos para destituir a un Presidente democráticamente elegido. A eso me refiero (al afirmar) que hay que cuidar la democracia y hacer acuerdos hasta que duela, como decía el padre Hurtado».

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