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Religión y pop: «Letra y música» revisó las más emblemáticas canciones religiosas

Desde "Jesucristo Superestrella" hasta "La vida de Brian", pasando por varios himnos pop que fueron reconvertidas en canciones de misa, Ricardo Martínez entregó su selección en Ciudadano ADN.

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Ciudadano ADN - Religión y pop: "Letra y música" revisó las más emblemáticas canciones religiosas

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En vísperas de una nueva Semana Santa, «Letra y música», la columna musical de Ciudadano ADN, revisó los temas más icónicos vinculados a conmemoraciones y servicios religiosos, escogidos por el académico de Literatura Creativa UDP, Ricardo Martínez.

La selección no podía partir por otra que «Jesucristo Superestrella», la ópera rock de Tim Rice y  Andrew Lloyd Webber, con la destacada interpretación de Yvonne Elliman como María Magdalena, que en la traducción española fue reemplazada por Ángela Carrasco.

Francoise Hardy interpretó en 1962 «Tous les garcons et les filles» («Todos los niños y las niñas»), una canción representativa «del espíritu de los años 60», y que quienes asisten a misa conocen su melodía como la de «Quiero cantar una linda canción». Martínez explicó que, en los 60, varias canciones populares se comienzan a adaptar para servicios religiosos por dos factores: el Concilio Vaticano II, y la línea del hippismo que surge el mundo sajón. Incluso, aprovechó de recordar que «la palabra cuaresma y cuarentena son muy parecidas, y tienen que ver con un tiempo de prueba».

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También estuvo presente Bob Dylan con «Blowin’ in the wind», que en los años 70 fue utilizada como canción de ofrenda en los servicios religiosos. Pero «lo curioso es que sí es una canción religiosa», según Martínez. El maestro de Dylan, Pete Seeger, fue quien descubrió que la canción está basada en un gospel canadiense, y «cuando le preguntan a Dylan, reconoce que tiene una vinculación espiritual muy marcada». Martínez aprovechó de recomendar «Murder Most Foul», la nueva canción de 17 minutos del Nobel de Literatura. «Yo no había visto algo similar en los últimos años, es muy conmovedora, desgarradora y uno entra en un mundo dylaniano maravilloso».

Otra que tuvo su adaptación religiosa fue «The sound of silence», de Simon and Garfunkel, aunque se trata de una canción «lo menos mística posible, trata de los conflictos sociales de los años 60».

Martínez recordó la figura de Cesáreo Gabaráin, sacerdote y compositor de varias conocidas canciones litúrgicas, como «Pescador de hombre» o «Peregrino de Emaús», «una especie de José Luis Perales de los creadores de canciones de misa». Según el columnista, «hay todo un mundo de creación musical muy interesante de analizar».

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«Getsemaní», para Martínez es «la Rapsodia Bohemia de las canciones de Camilo Sesto, aquí se saca los zapatos». Sesto lleva la ópera rock a España en la época del tardofranquismo con esta obra «muy contracultural».

Otros españoles que también tienen muchas canciones con interpretación religiosa son Mocedades, «aunque estaban escritas como en clave». «La barca», uno de los ejemplos más claros al respecto, fue un lado B de «Eres tú», su tema más famoso, y como canción «se utilizaba mucho en los retiros espirituales cuando se necesitaba que la gente entrara en un estado contemplativo».

Cat Stevens es otro cantante vinculado estrechamente a la espiritualidad, lo que puede escucharse en «Morning has broken», uno de sus temas más conocidos, y adaptación de un himno religioso escocés de los años 30. De Stevens, quien marcó a una generación que hoy está entre los 50 y los 60, «los vinilos circulaban por las casas y los profesores de inglés te enseñaban con las letras de sus canciones», comentó Martínez.

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«Sunday bloody sunday» de U2, habla de un duro episodio en la historia de Irlanda del Norte: una matanza a principios de los años 70. Para la megabanda, se trata de «una de las canciones más importantes, con las que abren varios de sus shows, y tiene una lectura religiosa en varias de sus líneas».

Como bonus track, la columna presentó la irónica «Always look on the bright side of life», canción interpretada por un grupo de crucificados junto a un judío confundido con Jesucristo, en el filme «La vida de Brian», del grupo humorístico inglés Monty Phyton.

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