VIDEO. “La gente piensa que no existen en Chile”: la historia de la bióloga marina que se hizo viral tras salvar a más de 100 rayas en Valparaíso
La científica Camila Montt se volvió viral tras rescatar más a unos huevos de raya varados en una playa del litoral central y contó a ADN.cl cómo logró que eclosionaran en su laboratorio.
@unabitacoramarina
“Yo siempre he tenido una cruzada con las rayas, porque la gente no tiene idea de que existen en Chile”, dice Camila Montt, de 24 años y bióloga marina, todavía sorprendida por el alcance que tuvo en redes sociales un video donde muestra cómo rescató a más de cien huevos de raya en una playa de la Quinta Región.
En cosa de días, las redes sociales de @unabitacoramarina se llenaron de reacciones. Su publicación, donde cuenta cómo salvó a un racimo de huevos varados en una playa del litoral central, ya superó el millón de visitas en Instagram.
La científica cuenta a ADN.cl cómo se gestó el rescate, donde algunos usuarios incluso la llaman heroína: “Vi un bulto y me empezó a tincar que podía ser un racimo de rayas. Cuando me acerqué, caché al tiro que estaban frescos, porque tenían este color verde pardo y eso es señal de que recién salieron del agua”, recuerda Camila.
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Prueba y error
Dice que cuando los vio, lo impactante no era que se tratara de huevos de raya, sino que estuvieran enteros y con signos de vida. “Si tú dejas un huevo fresco al sol, en 10 minutos cambia de color, se seca y se muere. No tenían ninguna opción si se quedaban ahí”, explica. Ahí tomó una decisión: detener lo que estaba haciendo, humectarlos y trasladarlos al acuario donde trabaja. Nunca había cuidado huevos de raya vivos. Ni siquiera sabía si era posible. Pero lo intentó igual.
“Partí por lo básico: agua de mar, harta aireación y flujo constante. Después empecé a preguntar, a leer, a probar cosas. No hay tanta información, así que fue pura prueba y error (…) Me dijeron que había que sacarle el aire a los huevos adentro, apretándolos de cierta forma y acomodándolos. Con eso fui encontrando una metodología que funcionara”, detalla.
El proceso se extendió varios días: limpiar, mover los huevos, revisar que no se infestaran y ajustar condiciones. Todo sin ninguna certeza, dice. “Yo al principio pensé que esto no tenía por dónde resultar, porque aquí no puedo simular un bosque de algas ni un oleaje real. Entonces sentía harta incertidumbre. Era como: ya, probemos”.
Nacimiento de nuevas rayas
El racimo tenía 124 huevos. Camila pensó que, con suerte, eclosionarían diez. Pero empezaron a nacer uno tras otro. “Cuando nació la primera dije ya, bacán. Cuando nació la segunda, pensé: parece que funciona. Pero nunca pensé que iban a ser tantas. Hasta ahora van 93. Ayer nació la última”, cuenta.
Sin embargo, dice que después vino el verdadero problema: alimentarlas. Probó distintos tipos de dieta, consultó a especialistas y buscó literatura científica. Nada funcionó: “Probé de todo, pero no comían nada. Ahí entendí que lo mejor era liberarlas lo antes posible, siempre que el mar estuviera bueno”.
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Esa es la regla que fijó: si el mar permite bucear o hacer apnea, una raya recién nacida “se va para el agua”. Cada liberación, asegura, todavía la emociona. “Nunca había liberado rayas y de verdad me pone muy feliz. Pero lo que más me sorprendió fue la reacción de la gente cuando subí el video”.
Según explica, en Chile existen alrededor de 38 especies de raya, de las cuales cerca del 27% está amenazada. La que ella rescató —la raya costera de cola corta— no está en peligro, pero sí “casi amenazada”. Los factores son casi siempre los mismos: destrucción de bosques de algas, residuos pesqueros, prácticas como el barreteo y falta de educación ambiental.
“Aunque esta especie en particular no esté en categoría de amenaza, igual es importante mostrarla. La gente no protege lo que no conoce. Y acá casi nadie sabía que había rayas”, dice.
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¿Qué hacer?
La pregunta que más le hacen desde que se volvió viral es qué hacer si alguien encuentra un huevo en la playa. “Lo que le digo a la gente es que uno no pierde nada intentando devolverlos al agua. Puede que vuelvan a varar, pero es mejor que dejarlos morir en la arena. No existe ninguna fundación que los reciba, ni un ente estatal que se encargue”, afirma.
“Lo que sí podemos hacer es hablar del tema, explicar por qué varan, cuidar los bosques de algas y no dejar restos de pesca. Eso ya ayuda un montón (…) Ojalá esto sirva para que más gente conozca a las rayas y entienda que hay que protegerlas. Con eso yo ya quedo feliz”, cerró.
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