Salud mental en Ciudadano ADN: El TEA en adultos

En el Ciudadano ADN siempre estamos dispuestos a hablar sobre salud mental. Por eso, conversamos sobre el TEA en adultos junto al psiquiatra de adultos y Master en el espectro autista, Leonado Abarzúa.

«Es algo que se habla, pero bien poco», dijo al inicio de la conversación el profesional de la salud mental, quien luego comentó que, a nivel país, estamos cada vez un poco más conscientes sobre esta situación, pero que «todavía es muy insuficiente».

«Todavía se asocia al espectro autista con niños, pero es una condición que dura toda la vida. No nos podemos desentender de eso», expresó el especialista.

El prejuicio del autismo en adultos

Leonardo Abarzúa comentó que existen diferencias en la manera en que el TEA es percibido por la sociedad dependiendo de la edad de la persona. «A los adultos, como ya son independientes, las personas les tienen la menor tolerancia que se les tiene a los niños», aseguró.

«Cuando un adulto tiene un desajuste conductual, se tiende a juzgar más. Si se supiera más sobre el tema, se enjuiciaría menos y la vida sería mucho más fácil», dijo.

La importancia del diagnóstico

De acuerdo al psiquiatra, «nunca es tarde» para una atención de esta situación. «La mayoría de las personas nunca antes sospecharon del diagnóstico y una vez que se hace esto, empiezan a entender muchas cosas que sucedieron en su vida», explicó.

«Ellos toda su vida se sintieron bichos raros y les dijeron muchas etiquetas que no les corresponden: que son pesados, arrogantes, muy directos o malas personas. Cuando se hace el diagnóstico empiezan a liberarse de esas etiquetas. Hay una explicación para por qué me comporté de esta manera», dijo.

Por otra parte, Leonardo Abarzúa expuso que el rasgo transversal de una persona TEA son «las dificultades que tienen para interactuar socialmente y para comunicarse con las demás personas».

«Cada vez que tienen que hablar con una persona, ellos tienen que preparar esa conversación, saber las variables, preparar qué van a decir, cómo lo van a decir, qué gesto van a hacer y saber cuándo tienen que empezar la conversación o interrumpirla. Les cuesta mucho saber cuándo la otra persona está aburrida con el tema que les van a decir», explicó.