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El delirio de Porcupine Tree en Chile: cuando la música agita todos los sentidos

En un show de tres horas de duración, la banda británica provocó el delirio de las más de diez mil personas que repletaron el Movistar Arena.

El delirio de Porcupine Tree en Chile: cuando la música agita todos los sentidos

Aunque el romance de Steven Wilson con Chile ya suma varios años, probablemente la cita del 7 de octubre del 2022 quedará en su memoria como una velada inolvidable, como para la mayoría de los fanáticos que repletaron el Movistar Arena.

A las 21 horas en punto, bastaron sólo unos segundos de los acordes de Blackest Eyes, para entender que sería una noche especial. Y es que para Chile encontrarse por primera vez con Porcupine Tree fue saldar una deuda con una de las bandas referentes de un estilo que atrae, no sólo a los seguidores de la progresiva, sino también del metal, la electrónica e incluso el pop.

Y es que Porcupine Tree tiene la virtud de ser una agrupación que, como su música, desde los años de su debut bajo el alero de Delerium Records hasta ahora, transitó por diferentes caminos sonoros, sin encasillarse ni repetir la fórmula y eso lograron entregarlo de manera impecable en la noche santiaguina.

El concierto

Con un setlist que abarcó principalmente su nueva placa Closure / Continuation, tuvieron espacios y momentos para repasar su larga discografía.

La primera hora del espectáculo estuvo centrada en presentar tres temas consecutivos de su último disco. El primero que se oyó con fuerza fue el sencillo Harridan que, con una base sonora muy potente, ya nos ponía en primer plano el virtuosismo de Gavin Harrison en la batería.

Of the New Day y Rats Return cerraron este comienzo, el que dio paso al primer clásico, Even Less del disco Stupid Dream de 1999.

Drow with me, de In Absentia (2002), y Dignity completaron, el que sería uno de los momentos más melódicos del espectáculo, con Wilson y Richard Barbieri como protagonistas. Este último, luciéndose con sus atmósferas sonoras en los teclados, el que debe ser uno de los sellos más característicos del sonido de Porcupine Tree.

Sobre el final de la primera parte sonó con fuerza The Sound of Muzak de In Absentia (2002), momento que aprovechó Wilson para recordar, que hace dos décadas, con este tema, ya anticipaba como sería la música actual, dominada por las aplicaciones. Una autorreferencia necesaria, para quien es bastante crítico con el streaming.

Last Chance to evacuate planet Earth before it is recycled, de la placa Lightbulb Sun del 2000, y la extraordinaria Chimera’s Wreck de Closure/Continuation, cerraron la primera hora y diez minutos de emociones.

ADN

El clímax

Tras 20 minutos de receso, vendría un espacio para la locura total del público de cancha que saltó y cantó con Fear of a Blank Planet, tema del disco homónimo del 2007.

Buying new soul, originalmente grabada el año 2000, logró uno de los mejores momentos del show, quizás por su calidad musical y esa atmósfera creada a lo largo de sus 10 minutos de duración y que emociona particularmente por el juego entre los teclados y la guitarra.

Con Walk the Plank y Herd Culling concluyó la presentación de los temas de su nuevo disco. Los que fueron intercalados por la siempre emotiva Sentimental de Fear of a blank planet.

Lo anterior fue el preámbulo justo para el clímax del show. Con la advertencia de Wilson de que uno de los tres movimientos de la canción que tocarían era un tema “heavy metal “, anticipó el comienzo de Anesthetize, la magistral suite de 18 minutos del 2007.

Y es que su comentario no fue antojadizo, porque fue en esta etapa de la banda, cuando Wilson y sus compañeros coquetearon con los sonidos más duros. Fue en este momento cuando mejor se apreció la solvencia de los miembros de la banda que se sumaron a la gira, el bajista Nate Navarro y el guitarrista Randy Mc Stine. Dos músicos, que saben ocupar su lugar en el trío creativo de Barbieri, Harrison y Wilson y que se desenvuelven con soltura, en los laberintos sonoros creados por la banda.

ADN

El cierre

I drive the hearse del disco The Incident (2009) y Sleep Together, cerraron la segunda parte del show a las 23:40 y dieron paso al bis de la banda, que estuvo reservado a tres temas antiguos.

Collapse the light into the earth con los teclados y la voz de Wilson como protagonistas junto a cientos de celulares encendidos, en un momento irónico del show, considerando que la primera imagen en la pantalla al ingresar al Movistar Arena, era que el espectáculo por petición de la banda, era libre de teléfonos, por lo que se pedía no grabar ni sacar fotos.

Halo de Deadwing del 2005 y Trains de In Absentia, cerraron pasada la medianoche casi tres horas, de un espectáculo demoledor, pero también emotivo.

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Roberto Vergara / Radio Futuro

Y es que la promesa de Porcupine Tree se cumplió a cabalidad. La buena música mueve no sólo los pies, sino también la mente, y no es necesaria tanta parafernalia para generar emociones. De hecho, y que sirva como anécdota, las dos pantallas laterales del escenario no salieron nunca de un plano general de la banda, fijo y sin acercamientos, y la central sólo emitió una serie de animaciones y proyecciones que nunca fueron lo suficientemente invasivas para opacar a los verdaderos protagonistas.

Seguramente el show de Porcupine Tree estará entre los mejores del año y es que cuando la música transita por callejones oscuros, donde la creatividad se pierde en el limbo del autotune, Wilson, Barbieri y Harrison nos llevaron a un oasis y nos devolvieron la esperanza para creer que si hay futuro. Enhorabuena.

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